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domingo, 27 de junio de 2021

Aspectos de la Naturaleza, inexplicables para medio naturalista.

 


El Evangelio de hoy es una clase magistral de Ciencias Naturales, además de otras cosas.

Pero como sólo soy naturalista, no otra cosa, sólo atiendo a mi juego, como Antón Pirulero.

Desde mi perspectiva de naturalista me llama la atención la resurrección de la hija de Jairo, una niña de doce años.

Si quieres saber de lo que voy a hablar, escribe en Google Evangelio de San Marcos (5,21-43).

Es una historia cortita y muy interesante, si como naturalista quieres ir más allá de la vida del caracol.

Suelo elegir la versión católica del Nuevo Testamento, por que es la que me merece más crédito por la categoría intelectual de sus traductores y estudiosos.

Ya hablé de la hija de Jairo en otra entrada, en la que me ocupaba también de la posibilidad de resucitar, que traté desde el punto de vista de un naturalista. Debió ser una entrada polémica.

Hoy voy a tratar de otro aspecto de la resurrección, en concreto, la de la hija de Jairo.

Abrevio porque doy por supuesto que te has leído la historia en Google.

Cuando Jesús llega a la casa de Jairo y ve a la niña, dice que no está muerta, sino dormida. Todos se ríen de Él, pues conocen bien la muerte y saben que la niña está muerta.

¿Pero saben más que Jesús?

Para un creyente, la respuesta ha de ser que no, pues Jesús es el Hijo de Dios.

En consecuencia, la hija de Jairo no estaba muerta.

Sin embargo hay dos hechos que no me cuadran. Un hecho anterior y otro posterior.

El posterior es que una vez que la niña se levantó y anduvo, Jesús dijo a los presentes que le dieran de comer, la mejor evidencia de que estaba viva.

Es lo mismo que hace cuando se aparece a sus discípulos después de la Resurrección, comer. Ni un muerto ni un fantasma comen.

Es decir, que cuando vio a la niña debió observar por su aspecto natural, las evidencias suficientes como para que toda aquella gente, que había visto tantos muertos, la creyeran muerta.

La hija de Jairo debía estar realmente muerta.

Entonces, ¿por qué dijo Jesús que dormía?

La única explicación que se me ocurre es que, a pesar de la apariencia, viera que el alma de la niña no había dejado el cuerpo.

Es una ocurrencia arriesgada, pero que me refuerza un hecho anterior al episodio de esta resurrección.

Cuando a Jesús le avisan de que la hija de Jairo está muriendo, emprende el camino hacia la casa de Jairo, rodeado y apretujado por una multitud.

Entre esa multitud se encuentra una mujer que, desde hace doce años (la edad de la hija de Jairo), padece abundantes y dolorosas hemorragias.

La mujer se acerca a Jesús, toca su manto y cura al instante.

Creía ciegamente, que tocando el manto sanaría.

El asunto no tiene mayor trascendencia, pues podemos atribuir la curación al inmenso y aún desconocido poder de la mente humana.

La sugestión de la mujer ha actuado sobre los factores físicos que le producían las hemorragias.

Es un proceso razonable; toca el manto y sana, tal era su convicción, probablemente estimulada por doce años de sufriendo y ruina.

Pero algo no cuadra.

Jesús nota que una fuerza ha salido de Él y se gira buscando la causa. Eso ya no es natural.

¿Cómo una persona, andando y hablando  entre gente que le dificulta el caminar, con el pensamiento en el encuentro inmediato con el cadáver de la hija de un personaje de gran relevancia religiosa y social, nota que le han tocado el manto de una manera especial?

En ambos casos, el de la mujer enferma y el de la hija muerta, Jesús no se apropia de la curación ni de la resurrección.

Señala como responsables a los implicados directos, a la mujer y al padre de la niña.

Su fe es la que ha propiciado esas obras. Jesús ha sido el catalizador.

Si tienes ganas de pensar, lector, verás que la Historia está llena de episodios, con este mismo perfil, que trascienden a lo natural.

Has de tener ganas de pensar y liberarte de prejuicios y pedantería intelectual.

Entre Briozoo y Coral procuro hacerlo, como con esta entrada.

Ya sé que con eso corro el riesgo de perder audiencia y popularidad.

Pero es que a mi eso me trae sin cuidado.

Si escribo es por mi, no por ti.

Tienes cosas mucho mejores que leerme.



Si quieres ver otra entrada en la que hablo de la hija de Jairo, pulsa aquí.



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