Semana Santa en Tierra de Campos. (Fotograma de mi documental, Paseo por Valladolid. |
Me temo que la entrada de hoy vas a tener que acabarla tú, porque no sé si tengo respuesta objetiva, a pesar de que sí tengo información, probablemente más de la que puedas tener tú si eres una persona de la media.
Si convenimos en decir que la muerte es la ausencia de vida, resucitar sería volver a la vida.
Hace casi cincuenta años leí, en un texto académico de Biología, una definición de vida que ocupaba más de una página para no llegar a ninguna conclusión definitiva.
Hoy, tras cincuenta años de Ciencia, habrán concretado más esta definición, pero no estoy muy seguro de que se encuentre cerrada.
Eso dificulta mucho o incluso imposibilita la respuesta técnica, a si es posible la resurrección.
Por ese motivo deberemos seguir otros senderos para buscar una respuesta.
En la Historia se narran varias resurrecciones; la de Lázaro, la de la hija de Jairo, la del hijo de la viuda de Naín… y la de Jesús de Nazaret.
Están narradas en el Nuevo Testamento y suceden en el primer siglo de nuestra Era, antes de ayer.
El Nuevo Testamento, además de las implicaciones religiosas y de fe que tiene, que no son objeto de este Blog, es un libro científicamente histórico.
Es decir, lo que en él se narra está documentado por la Ciencia de la Historia, al margen de que lo que narre nos sea más o menos comprensible: No es objeto de la Historia hacer las cosas comprensibles, sino dar información documentada de lo que pasó.
El Nuevo Testamento es un libro histórico que se ha aceptado como tal por la comunidad científica, y esa aceptación ha ido aumentando a través del tiempo, a medida que nuevos descubrimientos arqueológicos han ido corroborando detalles de los episodios bíblicos.
Esto lo he vivido, pues en los últimos decenios he seguido ese proceso, en la medida de mis posibilidades materiales e intelectuales.
Es decir, basándonos en la Ciencia de la Historia, la resurrección es posible aunque la Biología aún no sepa cómo explicarla.
Pero no sólo la Ciencia de la Historia admite, aunque no explique, la resurrección.
También la Ciencia de la Medicina la admite, aunque tampoco la sepa explicar.
Podría citar muchos casos. Pero ¿para qué ir más lejos?
Estuve clínicamente muerto tras una intervención quirúrgica presuntamente trivial, que se le fue de las manos al cirujano y que me llevó a ese estado, del que me sacaron. Me resucitaron.
Las sensaciones que se experimentan en ese trance son esencialmente las que puedes conocer por lo poco que se ha escrito sobre ello.
Para aportarte algo, te diré que la luz es un deslumbrante resplandor blanco, que se mantiene, al tiempo que experimentas un intensísimo deseo espiritual de traspasarlo.
En mi experiencia no tuve en absoluto la impresión de que la luz la viera al final de un túnel.
Las sensaciones emocionales que acompañaron a ese trance fueron demasiado intensas y duraderas como para tomarlas como fruto de los sentidos de una persona viva.
Esas sensaciones, más allá de las meramente sensoriales, son las que más huella me han dejado.
En definitiva, La Historia y la Medicina verifican que resucitar es posible, aunque inexplicable. Entre otras cosas, es inexplicable porque todavía no tenemos claro lo que es la vida.
Entonces, si la Ciencia acepta la resurrección, ¿por qué no partimos de ahí?
Creo que la razón de que la Ciencia se resista a tratar sobre la resurrección con la boca grande, es el miedo.
Porque que resucitaran Lázaro o la hija de Jairo, así como el que resucitáramos un servidor y otros pocos, es intrascendente. No somos nada, ni nadie.
La Ciencia ya sabe que todas esas resurrecciones han sido reales. Hoy inexplicables pero reales. El problema es que resucitara Jesús.
Jesús de Nazaret es un hombre documentado históricamente, que hacía milagros, que llevaba una vida ejemplar y que se decía Hijo de Dios, el hijo de Dios del que hablaban dos milenios de profecías.
Y que para colmo, tras otros dos milenios de su muerte, gran parte de la Humanidad, de cualquier condición económica o social, sigue sus enseñanzas, en lo básico inalteradas, a pesar de las persecuciones a exterminio de esas enseñanzas y de quienes las siguen.
Y lo que es más rotundo, esas ideas milenarias siguen en plena actualidad ¡Durante dos mil años han sido actuales, en cada momento!
Una persona normal, a la vista de la Historia de Jesús y de las secuelas de su vida y enseñanza, no puede más que concluir que ese hombre era distinto.
Y si se decía Hijo de Dios debía de serlo, pues buenas pruebas tenía ya entonces.
Desde la perspectiva histórica actual, tendría más razones para decirlo.
El único recurso para retrasar la evidencia de que Jesús era el Hijo de Dios, es ganar tiempo a la Historia, dando la resurrección como algo antinatural y mítico y así marear la perdiz divagando.
Al tiempo se recurre a textos mesopotámicos para intentar ensombrecer la sencilla y milagrosa vida de Jesús de Nazaret comparándola con mitos disparatados y grandilocuentes.
Pero ese marear la perdiz de la Ciencia es pan para hoy y hambre para mañana.
Porque entiendo que la Resurrección de Jesús de Nazaret, es anecdótica, es un episodio necesario para cerrar el círculo teológico, pero innecesario para el ciclo biológico de Jesús Hombre.
Jesús no es hijo de Dios porque resucitase.
Lo es por las circunstancias de esa Resurrección y porque siempre lo fue, desde antes de nacer de una Virgen.
Hoy la Ciencia se encuentra como se encontró Pilato hace dos mil años; ¡sin duda le fue evidente a Pilato que tenía delante al Mesías de las Escrituras!
Pero si reconocía que Jesús era Dios, quedaba al pie de los caballos, caballos judíos o romanos, pero en cualquier caso, al margen de la sociedad y probablemente de la vida.
Lo condenó por miedo, miedo que pudo a la evidencia.
Lo mismo le ocurre a la Ciencia actual; puede admitir mi resurrección así como la de otros Porque no somos nadie.
Pero no puede ni plantearse la Resurrección de Jesús porque eso implicaría, en el contexto actual, su reconocimiento como Hijo de Dios, como Él se decía, en base a sus milagros y a las profecías milenarias.
Y la Ciencia actual no puede admitir tal cosa, pues sería como morder la mano de quien le da de comer y eso no lo puede hacer.
No por fidelidad, sino por cobardía.
La Ciencia niega la posibilidad de la resurrección a ciegas, aún sin saber exactamente qué es la vida.
Lo hace por miedo irracional a que aceptar la posibilidad de resucitar sea un argumento a favor de reconocer a Jesús como hijo de Dios.
En definitiva, creo que la resurrección es científicamente posible. Inexplicable pero posible.
¿Jesús resucitó? No soy nadie para responder a ello, pero tengo mi opinión.
Como naturalista e historiador, no me sorprendería. Como cristiano, no me cabe la menor duda.
El mismo concepto de Dios lleva la infinitud. ¿Va a ser traba a un poder infinito, una Resurrección?
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