Actinia equina. (Málaga). Foto: José Mª Asensi Jr. |
Conocido como tomate de mar por su aspecto semejante a ese fruto, este animal próximo a los corales caza a sus presas gracias a una corona de tentáculos urticantes que rodean su boca.
Cuando está digiriendo o en condiciones adversas (aquí en zona de salpicaduras, fuera del agua, invagina los tentáculos y adopta este aspecto).
El animal es venenoso en sus tentáculos, pero las células urticantes no atraviesan la piel de un adulto, salvo en partes más sensibles como la cara, los labios, en interior de los brazos... si manipulamos un tomate de mar podremos no sentir nada en las manos, pero si luego nos las llevamos a la cara sí podemos notar irritación como efecto del veneno.
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