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viernes, 4 de junio de 2021

Boyas oceanográficas, en Badalona y Barcelona.

 

Boya oceanográfica fondeada frente a Badalona.

Boya oceanográfica amarrada en el puerto de Barcelona.

Esta entrada la inicié con motivo de encontrarme, frente a la playa de Badalona, una boya oceanográfica fondeada cerca de la orilla.

Me pareció una buena ocasión para hablar de la utilidad de estas boyas, qué pueden estar fondeadas, cómo ésta de Badalona, o bien estar sujetas a un muelle.

Como la de la otra fotografía, que incorporado recientemente, de una boya oceanográfica, alimentada por placas solares, que vi amarrada en el puerto de Barcelona.

El instrumental con el que van equipadas suele ser muy variado y sirve para acumular datos de altura de olas, dirección intensidad de corrientes, temperatura del agua, dirección y velocidad del viento,...

En fin son un elemento indispensable para meteorólogos y científicos que se ocupan del mar.

Vistas como las ves en estas fotos son totalmente inofensivas.

Pero muchas veces estás boyas oceanográficas alcanzan su mayor eficacia cuando van a la deriva en alta mar, dónde no hay estaciones meteorológicas que alcancen a medir los datos en pleno océano.

Hoy los satélites dan información del tiempo, pero una buena boya en medio del tinglado no puede ser sustituida más que por un fulano tomando notas en un barquito. Y eso es mucho pedir a cualquier científico.

Hace años navegando de Barcelona a Menorca en mi pequeño velero Lidos, llevaba la mar de proa con oleaje formado y viento suficiente cómo para hacer la travesía muy incómoda.
Cualquier persona sensata rodeada de una tripulación sensata, habría desistido de esa travesía ese día y lo habría intentado en otra ocasión.

Pero ni yo era sensato en aquel momento ni mi tripulación era sensata. El Lidos estaba gobernado aquel día por una panda de descerebrados.

Y como siempre ocurre, llegó la noche.

La visibilidad no era mayor de veinte metros y para ayudar a ceñir a las velas puse el motor a buena marcha pensando que así ganaría algo de tiempo. Íbamos como un rayo.

En un determinado momento vi, por la amura de babor, un objeto amarillo, enorme y sin luces.

No me di de bruces con él de milagro. Lo dejé por babor a muy pocos metros.

Por poco me vi en la situación del señor ha chocado con una palmera en pleno desierto.

Pues eso son las boyas oceanográficas a la deriva; ricas palmeras colmadas de dátiles, que se te pueden indigestar si te tropiezas con ellas en plena noche, conduciendo un jeep.

Ese día me acordé del proverbio marinero qué dice, si quieres aprender a rezar, ponte a navegar.


Si quieres ver el vídeo de la primera fotografía, pulsa aquí.

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