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jueves, 15 de abril de 2021

Hasta en el matonismo hay clases.

 

Hasta en el matonismo hay clases.

Hace años, me decía una persona muy especial, que todos podemos llegar a cualquier estado de la condición humana. Es aquello de que cualquier hombre es capaz de cometer cualquier pecado que cometa otro, que decía San Agustín.

Pero esa persona añadía un atenuante… procura cometer el pecado con clase.

Me aclaraba; si robas sé un ladrón de guante blanco, no un tironero; si te vendes, sé una madama, no seas una mujer pública de esquina.

Me entristece ver el nivel de degradación moral y la falta clase que sufre la sociedad actual.

Una degradación que hace que los atentados contra la Naturaleza no sean consecuencia de aliviar un mal mayor, sino fruto de una codicia enfermiza.

Por ejemplo, la pesca profesional o la caza, son actividades que perjudican a la Naturaleza, pero que se realizan para satisfacer la necesidad de alimento humano.

Atentan a la Naturaleza en beneficio de las personas a las que por lo general tanta falta les hace el alimento.

La degradación urbanística que nos rodea no tiene justificación, ni clase.

Porque los grandes bloques que tantos efectos secundarios tienen por la acumulación desperdicios y el agobio de quiénes los habitan, no están diseñados para dar cobijo a los que lo necesitan, sino que son colmenas inhumanas que tienen como objeto exprimir de por vida a los que van a vivir en ellas.

Son viviendas sin estética que forman urbanizaciones más propias para albergar ganado que a seres humanos.

Ese urbanismo genera personas individualistas y egoístas que viven a la defensiva de quienes gestionan de forma tan inhumana sus vidas.

Esos líderes del infortunio de los débiles, son los políticos y los poderes fácticos, entre los que se encuentran principalmente los medios y la banca.

Hay bancos como CaixaBank o BBVA, qué destinan buenos recursos a formar profesionalmente  a personas con menos oportunidades y que  instruyen a su personal para que la digitalización del sector afecte lo menos posible a las personas más vulnerables (ancianos y disminuidos) que son clientes suyos.

Son poderosos pero ecuánimes.

Son poderes fácticos con su pecado, pero con clase.

Frente a esta banca humanizada, que me entristece menos, hay otra deshumanizada que me entristece más.

He hecho aquí referencias al Banco de Santander.

No es este un blog de banca, pero sí de animales, entre los que nos contamos.

Hay animales que son grandes predadores y otros que somos simplemente eso, animales y, hasta donde podamos, debemos advertirnos los débiles, según nuestra experiencia, de la presencia de los depredadores feroces.

Como hacen los ciervos a la vista de una hiena.

Lo único que puede condicionar la actuación de esos grandes depredadores, es nuestra acción de aviso y alerta.


Viñeta: Forges. en Internet.


Si quieres saber más sobre ese depredador sin clase, pulsa aquí.


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