Los peligros de la ducha y lo antinatural de su práctica. (Foto: Libre en Internet). |
Los animales utilizan el agua para beber y para refrescarse, siempre en función de la disponibilidad.
Si es un charco permanente o el flujo de un río, pasan horas refrescándose.
En caso de escasez, el baño es un entra y sal compartido entre todos los demandantes, hasta que convierten en un lodazal en lugar, que siguen aprovechando y luego se seca.
También los humanos son amantes de determinados lodazales, pero desgraciadamente son escasos esos lugares.
Los
humanos pudientes del primer mundo abrimos un grifo del que puede estar saliendo agua durante
horas.
Eso es irracional porque el agua es escasa y su coste alto.
Por
eso, sobre todo por lo primero, la ducha ha de ser lo más corta posible, pues
bastan unos instantes para refrescarnos.
Si queremos más, el ventilador o la playa.
Los animales no usan jabones para lavarse, porque no son necesarios y sí dañinos.
La piel es un órgano delicado y muy importante, que se auto protege segregando grasas y ácidos que la mantienen tersa y que hacen de barrera para bacterias y virus.
Tiene una superficie de unos dos metros cuadrados y pesa unos cuatro kilogramos, en un humano medio.
El jabón, por delicado que sea, elimina esa casa esa capa protectora y deja la piel indefensa.
Los elementos protectores naturales los podemos regenerar rápidamente, pero obligamos a nuestro organismo a hacer un trabajo extra y los excesos metabólicos los pagaremos siempre a medio o largo plazo.
Ducharse cada día es un exceso qué puede evitarse utilizando prendas ligeras para sudar menos.
Si hay un momento en los que estamos muy sudados, debemos tener en cuenta que el sudor es agua con sales minerales y otros elementos que se eliminan fácilmente con agua corriente.
El sudor de los urbanitas retiene contaminación ambiental de elementos orgánicos e inorgánicos, para los que es imprescindible el jabón.
El jabón ha de ser un elemento muy puntual para casos extremos y debe ser un jabón suave y utilizado con mesura.
Los animales utilizan también la arena para protegerse.
No se trata de que nos revolquemos en arena, pero sí podemos sustituir el desodorante y los jabones perfumados por polvos de talco que no son sino un mineral pulverizado y a veces aromatizado.
Si nos bañamos en el mar, no debemos tener prisa en ducharnos con agua dulce, pues el agua de mar es muy beneficiosa para nuestro cuerpo, aunque la sal nos pique.
En
definitiva debemos medir muy bien el agua que consumimos para ducharnos y refrescarnos,
pues el exceso de consumo no solo perjudica a nuestro bolsillo sino que es malo
para la piel. Tengamos siempre presente que el agua es un recurso escaso y vital.
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