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lunes, 12 de abril de 2021

Explorador en Venezuela: Cuando ruge la marabunta.


Foto: Anónimo. Libre en Internet.

Foto: Internet.

Cuando creé el Museo de Historia Natural de la Ermita de los Tres Juanes en Atarfe (Granada), conocí a un hombre afable y muy pedagógico, creo que granadino, que me parece recordar estaba casado con una venezolana.

Se trataba, por lo que me contó y pude ver, de un naturalista entusiasta.

No recuerdo cuál era su oficio pero sí me contó qué viajaba con frecuencia a Venezuela para visitar a la familia de su mujer.

Me contaba que una vez allí solía contratar una avioneta que le dejaba en algún lugar practicable de la selva y que se despedía de ella hasta dentro de una semana, más o menos, en que la avioneta volvía a recogerle.

En ese tiempo se dedicaba a conocer la naturaleza local.

Los dos ejemplares de hormigas de la marabunta, (quizás Eciton), que se exponían en el Museo, los dejo él  en depósito.

También se exponía en el Museo una araña, creo que Mygale avicularia, de pelos urticantes, depositada también por ese hombre.

Me explicaba que estas hormigas forman columnas de marcha muy grandes y definidas (he leído que hasta de 20 metros de ancho por 200 de largo), que caminan por la selva haciendo un ruido característico.

Me decía que para capturarlas se colocaba al borde de la columna y que con un palito, con un movimiento brusco, separaba las hormigas,  que quería para su muestrario.

El riesgo de tropezar y caer sobre la columna de hormigas en marcha podía tener consecuencias fatales.

Por las noches, me dijo, qué se cuelgan de algún lugar (un árbol por ejemplo) formando una esfera compacta, cogidas unas a otras.

Recuerdo que pensé que estando colgadas no harían ruido como al caminar, de manera que andar por la noche en la selva te podría acarrear encontrarte de repente con la cabeza metida en una de esas bolas.

Leo que estás columnas pueden estar formadas por grupos de cien mil a dos millones de ejemplares.

Conocido esto se entiende el clásico cinematográfico de la marabunta, cartel con el que inicio esta entrada.

Volviendo a la araña, se trataba sin duda, como he comentado, de la araña goliath, la araña más grande del mundo que vive en Venezuela. Sus pelos son urticantes y los lanza como defensa.

Como uno de los objetos de este blog es mantener el recuerdo de naturalistas que no lo hacen por sí mismos, me puse en contacto con un granadino que está al día de su Ciudad, y le pregunté.

Me dijo que el referido entomólogo trabajaba o regentaba un bar o restaurante en Granada, negocio que ya no existe.

También me dijo que el referido había creado y gestionado un insectario en el Parque García Lorca de Granada, donde dirigía visitas guiadas, especialmente a escuelas.

Actualmente ya no existe ese insectario.

Con estos datos busqué en Internet y me aparece que mi simpático interlocutor de los tiempos del Atarfe, instruido entomólogo y eficaz colaborador en el Museo, fue Antonio de la Blanca.

Te animo lector, a que lo conozcas y veas su cara buscando en Internet, como recuerdo agradecido a su labor. Antonio de la Blanca trabajó para hacer nuestra casa común más habitable. No sé más de él, pero lo que sé es bueno.

Y si tú, Antonio, lees esto, no dudes en ponerte en contacto para ampliar esta nota.


 Si quieres conocer más sobre el Museo de Historia Natural de Atarfe (Granada), pulsa aquí.


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