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domingo, 25 de abril de 2021

Vista para cazar; visión estereoscópica.

 

Dibujo en 3D con tizas, sobre el suelo de la calle. (Foto, dominio público).

Dibujo en 3D con tizas, sobre el suelo de la calle. (Foto, dominio público).

El sesudo Platón (que ya he citado en este blog), maestro del inconmensurable Aristóteles, decía que no podemos conocer la verdadera realidad porque los sentidos nos la alteran.

La realidad es lo que verdaderamente ocurre o existe y los sentidos son la vista, el oído, el tacto…, en fin, todo eso que nos sirve para interpretarla.

Esa afirmación llevada al extremo discurrió hacia el absurdo del escepticismo).

Pero no quiero hablar de filosofía sino de nuestra percepción, como animales que somos, del mundo que nos rodea.

El hombre al igual que otros animales cazadores posee visión estereoscópica, es decir que puede ver en tres dimensiones.

Esto le es muy útil para calcular distancias; por ejemplo para saltar un charco y no quedarse corto. Y para cazar y pillar por el gaznate al pato en lugar de quedarse con las plumas de la cola en la mano.

El mecanismo básico de esta visión, es que el cerebro se ha adaptado para componer las imágenes que le llegan de cada uno de los ojos, de manera que, superponiéndolas, obtiene la sensación de profundidad.

La imagen que tiene cada uno de nuestros ojos, situados en el mismo plano pero separados por unos centímetros, no es exactamente igual.

Es esa pequeña diferencia de perspectiva la que utiliza el cerebro para componer con las dos imágenes una sola en tres dimensiones.

Eso es fundamental para calcular distancias, especialmente en animales cazadores.

Los animales con vocación de presa tienen los ojos a ambos lados de la cabeza, como los conejos, lo que les permite vigilar mayor territorio, como es el caso del conejo.

Conejo afortunado, inmortalizado por su jovencísimo tutor.


No nacemos con tal capacidad cerebral plena, sino que la completamos aproximadamente a los 12 años de edad.

A pesar de todo se puede engañar al cerebro y aquí te traigo unas imágenes de artistas callejeros que, con tizas, han dibujado imágenes en un solo plano, que sin embargo parecen estar en relieve.

Si Platón en la Grecia clásica, hace dos mil quinientos  años, creía y filosofaba sobre si lo que vemos es mera apariencia, ¿qué diría hoy si tuviera acceso a estas imágenes?

Probablemente diría lo mismo pero en términos más radicales.

Con esto quiero animarte, lector, a que pienses sobre la falibilidad de los sentidos y lo complejo y magnífico de nuestro cerebro.

Si además te he despertado un punto de interés habré cumplido mi objetivo. Pero no me lo cuentes, prefiero debatirme en la duda.


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