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viernes, 30 de abril de 2021

Singladura sosa. Primer paso.

 

Al fondo Montjich y Barcelona.

Son las siete de la mañana. El cielo está completamente despejado y el sol apunta a que el día va a ser magnífico.

Todo a bordo está preparado y las velas enrolladas en sus respectivos enrolladotes, pues la intención es navegar a motor hacia los barcos mercantes fondeados frente al puerto de Barcelona, sobrepasarlos con holgura.

Luego pondremos ya rumbo a Vilanova i la Geltrú, intentando aprovechar al máximo posible los vientos desfavorables que, partir de las once de la mañana y hasta bien entrada la tarde, soplarán de flojos a débiles.

El primer tramo de la singladura nos llevará un par de horas largas, con el mar como un plato.

Pero una vez que despleguemos las velas para aprovechar el viento que nos vendrá de proa, el tiempo pasará a ser un factor relativo.

Navegar ciñendo, que significa llevar el viento de proa, es lento en un barco con orza de bulbo y aparejo no preparado para realizar regatas.

Por eso a partir del momento de desplegar las velas sabremos cuando empezamos, pero no podemos hacernos demasiada idea de cuando acabamos, es decir de cuándo llegaremos a nuestro destino.

La única dificultad qué hay en la primera parte de la singladura es la bocana del puerto de Barcelona muy transitada por barcos mercantes y transatlánticos.

A motor, con el velero podemos hacer unos cinco nudos, qué es algo menos de diez kilómetros por hora, pero esos barcos llegan o una velocidad muy superior, de manera que en un visto y no visto te los encuentras encima.

Especialmente inquietantes son los ferrys, que llegan a una velocidad excesiva dejando unas estelas que dan miedo.

Una vez superado este primer obstáculo ya no habrá más inquietudes hasta acabar la singladura. Inquietudes no pero sorpresas sí.

Y la primera la tenemos al llegar a los barcos fondeados que de lejos se ven cómo barquitos dibujados por un niño en una cartulina, pero de cerca son verdaderas moles de acero a las que da un poco de grima acercarse, asta no cerciorarte de que realmente están parados.

Cuando estoy lo suficientemente cerca siempre miro si efectivamente tienen echada el ancla y cuando estoy más cerca me cercioro de que no hagan estela, lo que es una redundancia tonta, pero también uso cinturón y tirantes.

Acercarse mucho es divertido, pero si vas a vela resulta desaconsejable pues esas moles de hierro alteran el viento y pueden dejarte sin gobierno cuando estás al lado.

Acabada esta primera etapa ya no nos queda más que cambiar el rumbo y armarnos de paciencia.

Portacontenedores fondeado frente a Barcelona.


He escrito mucho sobre esa zona.

Encontrarás descripciones en este Blog, en la revista digital Acusub (probablemente una de las mejores revistas digitales de buceo de nuestro entorno), en mi libro Viaje al Fangar y en revistas y diarios que quizás encuentres en Internet.

También he dado alguna conferencia… pero los suspiros son aire y van al aire…



(Continuará?).

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