Arriba. Utah (EE.UU). (Foto: Libre en Internet). Encima, nivel del suelo original, que he marcado con una línea negra, sobre una foto del desierto actual. (Foto: Google. Robbie Shade). |
Estos sedimentos proceden de la vida en el mar, de organismos animales o vegetales y de sus deshechos. Son sedimentos de origen orgánico.
Pero en su mayor parte están formados por aportes terrestres que la lluvia, el viento, los volcanes submarinos y mil circunstancias llevan al mar.
Todo este material que se disuelve y deposita en el fondo, aporta al agua de mar todos los elementos conocidos en proporciones distintas.
Muchas veces me preguntan; ¿hay oro en el agua de mar? Sí. Hay mucho oro. ¿Se puede extraer? La respuesta es también sí.
La tecnología actual lo permite, con el inconveniente del coste; cada gramo de oro que extraemos del mar cuesta más que el gramo de oro de una explotación terrestre. Es decir, es posible extraer oro del agua de mar, pero no es rentable.
Y así con la mayoría de los minerales, excepto con la sal, por ejemplo, de extracción muy rentable.
En la imagen muestro, a partir de una fotografía en la que he marcado el nivel del suelo original, lo que el viento y el agua se han llevado al mar. Si intentas imaginar la de millones de toneladas de tierras de ese desierto norteamericano han ido a parar al mar, te darás cuenta de la dimensión en la que estamos y de lo constante y concienzudo que es el proceso geológico.
Y hablamos de un sólo desierto en un sólo país. ¿Te imaginas el proceso a escala mundial?
Son ingentes cantidades de suelo continental las que hoy cubren el fondo marino, especialmente en las grandes llanuras abisales.
Pero también en las plataformas continentales y en los fondos más someros próximos a la costa, dónde quedan ocultos restos de antiguas civilizaciones que sólo vamos desvelando a cuentagotas.
Tómate un rato para pensarlo mientras, tumbado en el sofá, mordisqueas el cruasán de la merienda.
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