Es
una obra de Ramón Pascual y aparece en tiempo.com, que a su vez
la reproduce de una entrada de Francisco Martín León, del 15 de febrero
de 2003, en Fotos y animaciones.
La
imagen me atrajo pues he visitado ese territorio varias veces,
siempre en plan pasarell. Nunca he subido a esa cumbre, que es la mayor
del Sistema Ibérico, con 2.314 m. y que se encuentra entre las primeras de la Península (la mayor es el Mulhacén en Sierra Nevada.
Granada, con 3.482 m.) También he paseado por ahí y ambos enclaves tienen una
esencia semejante.
La
fotografía que comento me llamó la atención por varias razones. Primero por lo
espectacular de la propia imagen. Ciertamente debemos agradecer a Ramón Pascual
que la compartiese. Gracias, Ramón.
Segundo
porque no sabía que en la cumbre del Moncayo hubiera una imagen de la Virgen
del Pilar, lo que sabiéndolo me parece normal y apropiado, pues el Moncayo es
la mayor cumbre de Zaragoza, donde hay una gran devoción a esa advocación de la
Virgen María (al repasar la entrada mi esposa Angélica, me ha reprendido cordialmente porque ella me dijo en su día, que existía tal imagen. Dejo el motivo de mi segunda sorpresa, como testimonio de mi mala cabeza.
Y Tercero,
porque para mí la figura del Moncayo era radicalmente distinta. Era desde una mirada
primaveral.
Para
mí el Moncayo son bosques de altísimos pinos con sotobosque bajo y definido,
que permite que la mirada se pierda en un horizonte oscuro de sombras, producidas por las copas entrelazadas muchos metros por encima del suelo
forrado de helechos. Bosques como los de Gredos, pero a lo grande, más
altos, más densos, más oscuros. O eso me pareció cuando me abrumaron.
Para
mí el Moncayo era una isla de Naturaleza, de aves y especialmente de setas. No
en vano se celebran anualmente un sinfín de jornadas y congresos nacionales e
internacionales de Micología.
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Bosque de repoblación de pinos silvestres en el Moncayo.
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Angélica entre las copas de los altos pinos
silvestres (Pinus sylvestris), que lo abrupto del terreno, da
para estas perspectivas. |
En
mis paseos por el Moncayo, acompañado del todo terreno que llevaba a Antonio,
he visitado el monasterio cisterciense de Veruela, donde se alojaron los
Bécquer: Valeriano, el pintor, al que ensombreció su hermano Gustavo Adolfo el
poeta.
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El José María Asensi, con Antonio en su todo terreno. Al fondo, la Depresión del Ebro.
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Carretera forestal en el Moncayo.
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Veruela
es el símbolo de lo que puede llegar a ser una comunidad cristiana, el Císter,
la perfección, si ese grado fuera aplicable a la naturaleza humana.
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Claustro del Monasterio de Veruela. |
Y puede ser también símbolo de lo contrario, de lo más bajo a lo que puede llegar la
condición humana; la desamortización de Mendizábal, rodillo del arte, de la sensibilidad
y de la condición humana expresada en espiritualidad. No discuto la idea, me parecen
deleznables el proceso y los resultados.
¡Gustavo
Adolfo Bécquer!, símbolo del movimiento romántico en España; Goethe, Wagner,
Hölderlin… ¡que hermoso es el romanticismo y qué peligroso puede llegar a ser!
Por
todo eso me puse a trabajar y he traído lo que en la imagen del
hielo no se ve; la Virgen del Pilar con su base (como sabes por experiencia, querido visitante, siempre procuro aportar cosas nuevas en el blog). Creo que las dos imágenes que siguen son del hermano Pablo, m.CR.
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Fotografía: Unión Seglar.). |
Por
lo visto mentes estrechas profanan la imagen y hacen lo que la meteorología no
puede. Periódicamente, montañeros suben a restaurarla, que es el tema de la
segunda imagen, en la que montañeros de la Unión Seglar de Barcelona, están
restaurando lo que la Naturaleza no alcanza a destruir.
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Fotografía: Unión Seglar.). |
Si
visitas el Moncayo y no puedes subir a su cumbre, sueña en su Monasterio.
No
soy partidario de poner enlaces de terceros, porque suelen fallar más que una
escopeta de feria. Pero ya que se han molestado en enviármelo, lo coloco aún
con ese riesgo. Gracias. ¡Estos maños!
Me envían este enlace que completa sustancialmente la entrada.