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viernes, 25 de septiembre de 2020

Cuarcitas de Santa Creu d'Olorda (Barcelona).

 



Soy consciente de que en el blog hablo poco de rocas, a pesar de que son un reclamo en la cabecera. ¿Reclamo? ¡No!, reivindicación. A nadie interesan las rocas.

Pero estas rocas que traigo hoy son especiales. Se trata de cuarcitas paleozoicas, es decir de rocas que se formaron al principio de la vida en la Tierra.

En su momento eran material líquido, que luego solidificó y los movimientos tectónicos las plegaron como vemos, sin llegar a romperlas; esas olitas son de un material durísimo que vio nacer la vida en la tierra, aunque entonces tenía otro look; el de una masa viscosa y ardiente.

Las cuarcitas están formadas fundamentalmente por cuarzo, que es el mineral más común de la corteza terrestre. Más común y más, más, pues son cuarzos las ágatas, las amatistas y otras piedras ornamentales, lo que nadie diría viendo estas rocas polvorientas y monocolores. Pues sí, son primas de aquellas bellezas.

Ya ves lector el encanto que hay detrás de algo con apariencia tan humilde.

Pero hay algo más, estas imágenes las tomé en la Sierra de Collserola, cuya cumbre es el Tibidabo (512m.), cima emblemática de Barcelona (el nombre procede del latín tibi dabo = te daré, tomado de un versículo bíblico). Es decir, que para verlas sólo tienes que coger el tranvía.

Me dirás, ¿Tan antiguo es el subsuelo de Barcelona? No, desde luego. Barcelona está levantada sobre un suelo sedimentario que formaron mucho después materiales mesozoicos aportados por los ríos Llobregat y Besós.




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