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martes, 13 de febrero de 2024

Museo a bordo de un barco mercante.

 

Habrás visto, a lo largo de estas entradas en el blog, que no era fácil encontrar un local a pie de calle, para instalar de forma definitiva mi museo.

Pensé entonces en otras alternativas.

Siempre me había hecho ilusión explotar un barco mercante como barco para la exploración y la docencia.

No me faltaban razones, pero sí valor para tomar la decisión.

Hasta que un día vi en el puerto de Barcelona en el muelle de la madera, que llamaban, un barco mercante, que al parecer había trasegado aceite.

Tenía varias cubiertas todas forradas de teca y se veía en buen estado.

Su eslora era de unos cincuenta metros (una manzana de Barcelona mide unos cien metros) y el aspecto era el de un barco de aventuras que transcurren en aguas de Malasia.

Entonces la fotografía estaba más difícil y no le saqué muchas fotos.

Se ocurrió que podía comprarlo y dejándolo amarrado en el puerto, dedicarlo a local para mis actividades docentes.

Así, dicho de repente, parece una locura pues vivía de mi sueldo y no era de familia rica.

Pero en aquel entonces había una importante crisis económica en Grecia y los armadores griegos, que eran una potencia mundial, estaban deshaciéndose de sus flotas, vendiéndolas a peso de chatarra.

Si el barco tuviera que navegar no tendría posibilidades de pagar los costes fijos del proyecto. Pero si dejaba el barco amarrado en un sitio tan céntrico de Barcelona, podría traer las suficientes visitas como para recaudar fondos y mantenerlo operativo.

El lugar donde se encontraba era muy céntrico y resultaba ideal para su cometido.

Entonces, las relaciones con las autoridades portuarias y militares de Marina eran excelentes, gracias a Alfonso Ferrer, que cito en otros lugares del blog.

Me dirás que Ferrer no era inmortal y que eso podía cambiar en cualquier momento.

Pero no, aun no siendo inmortal, Ferrer está plenamente activo al día de hoy y es el mismo de siempre, mejorado por la experiencia. De haber abordado el proyecto, me podría haber ayudado hasta el final, en mantener buenas relaciones con las autoridades marítimas.

Pero no fue y especular es perder el tiempo.

Para hacer números sobre este asunto, recurrí al único profesional que conocía con la capacidad y criterio que se necesitaba para el proyecto. Se trataba de Pons, al que conocí años antes, cuando me hice con la V13 (que luego sería el CRIS I), que estaba amarrada al pie de la Torre de San Sebastián, en el antiguo varadero del puerto de Barcelona.

Las imágenes que traigo son las del barco en cuestión, que Pons arregló quitando el fondo de manera pedestre (en estos años, no estaban popularizados los recursos informáticos como lo están hoy) y unas anotaciones del interior mostrando las distintas aulas (creo que en la disposición interior me ayudó ramón Luis M., que cito en otros lugares del blog.)

El proyecto avanzó bastante a nivel teórico, pero las circunstancias no debían ser favorables cuando no me lancé a él.

No recuerdo los detalles y me parece que a estas alturas no merece la pena recordarlos.

Tendré más datos cuando encuentre información sobre ello, información oculta entre cientos de papeles empaquetados de forma grosera para que ocupen el menor espacio posible.

Antes los tenía en carpetas perfectamente ordenados, pero un día tuve que elegir entre los papeles o la familia y elegir lo que debía, enterrando la información en una caja sin fondo. Los documentos existen, pero son de difícil acceso especialmente para una media persona como un servidor de cada vez menos servicios.

Si me tropiezo con algo relacionado con esto, lo añadiré a la entrada, cómo voy haciendo hasta ahora.

Aprovechando que pocos leerán una entrada tan anodina y tan perdida entre otras muchas, te diré que o bien es el cambio de estación, que a tantos nos afecta o que se me está acabando el combustible y ya mi único objetivo medianamente real, es llegar a las cien mil visitas, para dar como exitoso el proyecto de este blog y por acabado el compromiso unilateral con mis lectores.

... Ya son las diez de la mañana y han pasado ya mil cosas en casa …llamadas, … visitas…. Parece que vivo en las Ramblas.

Retomo el tema.

Cuando empecé el blog, no me propuse ningún objetivo.

Pero la verdad es que me asombra haber llegado a la cifra de visitas de hoy.

Estoy rodeado de cenizos que no paran de hablarme de la relatividad del número de visitas.

Ya sé que todo es relativo.

Y si todo es relativo, ¿no lo va a ser el número de visitas de un blog que está en una nube, es decir que existe en precario?

Pero todos esos cenizos no tienen blog y si lo tienen no es con cien mil visitas.

Bueno aún no, que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo.

¡Que refrán tan desafortunado como realista!

Al decir que doy por cumplido mi objetivo, me estoy animando a mí mismo, porque no me gusta dejar las cosas a medias y mientras no dé por concluido el blog, voy a ser esclavo de él.

Sin embargo, si doy por cumplido el objetivo, me libero a mí mismo del compromiso de acabar esta cosa y puedo decidir con libertad si sigo o no sigo.

Oh si sigo al ritmo que me dé la gana y como me dé la gana.

Queda un poco tabernario eso de dar la gana, pero es muy gráfico.

Es decir, cuando aparezcan las seis cifras en el contador, seré un hombre libre.

Bueno relativamente libre.

Porque libre, realmente libre, sólo se es cuando uno estira la pata.

Y eso aún está por ver. Por eso me esmero en cumplir bien mis compromisos, no me vayan a quedar hipotecas.

Una de mis hijas, más buena que el pan, logró comprar un piso.

Y cuando disfrutaba feliz de la nueva propiedad, le llegó una carta de la vil hacienda, reclamándole un pago complementario porque decía que había comprado el piso por valor inferior al que la banda de hacienda tenía estipulado.

Como su economía era flaca, no tenía recursos para pagar abogados y procuradores y tuvo que pagar el complemento confiscatorio.

Quiero asegurarme que mi su saldo sea cero cuando me entierren de la forma más barata posible, en el caso de que mis deudos no se atrevan a seguir mis instrucciones de quemarme las huellas y dejarme tirado junto a un contenedor de reciclaje.

El de materia orgánica en concreto, para evitar una sanción municipal.

Hasta pronto, espero que ya como hombre libre.

Pons y Asensi.




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