Cubierta y borda de un barco arrastrero que hundí en Begur (Gerona), en un arrecife artificial. (Foto: Buque escuela CRIS 1). |
En
los años ochenta fui pionero en España
en la construcción de arrecifes artificiales.
Hoy, con la distancia me planteo cuestiones de detalle que sólo se puede plantear quien ha trabajado hasta los más mínimos detalles un asunto y por lo tanto lo conoce bien.
A pesar de que entonces me preocupé mucho de divulgar el sentido y significado de los arrecifes artificiales creo que con el tiempo se ha diluido sus cometidos más importantes.
Construí arrecifes artificiales porque la pesca de arrastre arrasaba los fondos marinos y los dejaba como desiertos. Los arrecifes disuadían a los arrastreros. Esto me costó disgustos en forma de denuncias por parte de algunos armadores de barcos de arrastre. Nunca prosperaron esas denuncias, pues mi actividad era legal y estaba muy supervisada por la Administración. Me consta que tuve éxitos locales.
Construí arrecifes artificiales para favorecer la pesca artesanal, que se estaba perdiendo en pueblos de la costa, enviando a los pescadores al sector de la construcción. Al evitar los arrastres aumentaba la fauna y favorecía el trasmallo a pequeña escala y la pesca con anzuelo. También aquí me constan éxitos notables.
¿Contaminan loa arrecifes artificiales? No necesariamente, aunque la respuesta no es rotunda.
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