Desde diminuto voy a la playa.
Desde que no había banderas de peligro, ni socorristas, ni guardia urbana en bicicleta,… sólo había playa.
Creo que era lo más imprudente en niño que va solo a la playa, porque su familia pasa de él.
Me ha ocurrido de todo, desde quedarme sin bañador a quedar sangrando por los poros de la piel, tras un revolcón salvaje contra la arena, por una ola enorme.
Nunca pasé miedo en la playa de Badalona. Sí pasé sustos.
Mi primer miedo en la playa fue en una playa de calendario de cocina.
Había olas tontas y pacíficas y me metí como lo hacía en Badalona… Una y no más, santo Tomás.
No he vuelto a meterme en una playa del Pacífico ni me meteré salvo por una apuesta millonaria o porque quiera impresionar a una señora guapísima que está mirando.
Por eso, siempre que me baño en una playa es en presencia de alguien.
Y cuando estoy en una barca y hay hora de baño, recomiendo que los niños se echen con chaleco salvavidas y niños y adultos, atados al barco.
¿Que me paso de prudente? ¡No!, navego desde hace cuarenta años y he visto tantas cosas que no he dejado de navegar porque debo ser masoquista.
Recuerda. Báñate siempre en presencia de alguien que te pueda ayudar.
Y si te tiras desde un barco, hazlo con chaleco o atado a una cuerda que te mantenga unido a él aún en caso de que pierdas tus facultades.
Ten presente que sólo necesitas un palmo de agua para ahogarte si estas en la bañera de casa. En el mar no estás solo, te acompañan el frío, los calambres, los animales, un mal golpe con el barco si es el caso, la corriente, los nervios ante una situación inesperada,…
Disfruta del baño con la seguridad que se merece tal plácida práctica.
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