Páginas

jueves, 11 de julio de 2024

Los hermanos Clavero, el teléfono de baquelita y el éter.

 

Teléfono de baquelita. Foto: CD.

Intentar explicar hoy a alguien la utilidad del teléfono, es quedar como tonto.

Es evidente que el teléfono es un elemento de primera necesidad y prácticamente imprescindible en la sociedad moderna.

Pero no siempre ha sido así.

En mi juventud, hace unas pocas décadas, el teléfono era un mamotreto que tenía su espacio en casa, como hoy lo tiene la televisión.

Había que marcar el número girando un disco y soportar la llamada con un pesado trasto en la mano, si bien es cierto, mucho más ergonómico que los teléfonos de hoy.

En mi época ya todas las casas tenían teléfono y las llamadas se transmitían muy bien. Sólo había problemas, a veces, con las conferencias o cuando te intentabas comunicar con un pueblo pequeño.

La voz iba a través de un hilo de cobre, que atravesaba paisajes dejando una impronta estética fea, pero que formaba parte del subconsciente colectivo, por lo que no se hacía valer.

En ese entorno, fue en el que aprendí, con muchos años de antelación, el valor funcional del teléfono, que hoy no tenemos presente porque se da por descontado.

Uno de los hermanos Clavero, trabajadores del teléfono, me hizo ver todo lo que podía hacer desde casa, sin necesidad de salir a buscarme la vida.

Con un teléfono y el listín telefónico, hoy desaparecido y torpemente sustituido por una basura digital, tenía más información en casa que utilizando la Enciclopedia Británica, o la Espasa Calpe.

Me desenvolvía tan bien como hoy con Internet. Bueno, casi.

El único problema eran los postes y los cables que atravesaban España, por otra parte, muy útiles para seguirlos si alguna vez te habías perdido en un páramo infinito.

Hoy todo va por el éter, como dicen los cursis.

No se ve, pero va y se nota.

No se nota conscientemente pero nuestro cerebro está bombardeado por miles de radiaciones ionizantes. que matan o enferman a largo plazo.

Solo he sido consciente de ese efecto, cuando practicaba espeleología y estaba sumido en el fondo de una sima o de una cueva.

También practicando submarinismo, pero en esta situación menos consciente pues estás demasiado pendiente del medio como para poder relajarte y sentir hasta el extremo, como lo haces en el fondo de la cueva.

En definitiva, que me considero un saboreador pionero, de las ventajas íntimas del teléfono.

Gracias Clavero. ¿Cuál de los dos?

No recuerdo. Jorge, me haría memoria.


No hay comentarios:

Publicar un comentario