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jueves, 9 de febrero de 2023

Omorgus suberosus (=Trox s.) y mis entradas en el blog.

Omorgus suberosus (=Trox s.) (Maresme. Barcelona).

 ¿Qué e lo que é? (¿qué es esto?), podría decir un almeriense, con esa deliciosa expresión, que utiliza cuando se interesa por algo que le sorprende.

Pero si el almeriense es un hombre de campo no hará la pregunta, porque enseguida verá que es un escarabajo.

La pregunta sí la puede hacer cualquier urbanita, de esos que creen que los huevos vienen del supermercado.

Cualquier pedante que lo supiera, le respondería, que es un Omorgus suberosus (=Trox s.).

Si la pregunta me la hiciera a mí, como no soy un pedante, le contestaría, que es un escarabajo que se alimenta de heces y vive entre el estiércol de mamíferos, su alimento. Probablemente de ahí su diseño de color.

Aunque te guste, si lo ves, no le des un besito. Bicho, caca. Te lo puedes encontrar en zonas cálidas de todo el mundo.

Decir que es un escarabajo es más útil que dar el nombre del bicho, que es como no decir nada. No tiene más objeto que impresionar al interlocutor.

El que pregunta ya ve satisfecha su curiosidad primera sabiendo que es un escarabajo.

Con eso ya lo tiene localizado y deduce un montón de cosas que probablemente sean erróneas pero que le satisfacen.

Al aclararle un par de datos de la biología del animal, el preguntón ya sabe lo principal; si pica o si muerde, si come carne o hierba y si es plaga o no.

Cuatro palabras sencillas, han dado una respuesta enriquecedora.

Si es la persona muy inquieta, querrá saber también el género en latín, para buscar en su iPhone detalles de lo que le ha llamado la atención.

- ¿Cómo te llamas? Yo, Pepe. y tú?

Yo, Antonio.

- Encantado.

¿Para qué más en una primera presentación?

Luego si hay algo que no se encuentra con facilidad en Internet, se puede añadir como detalle curioso que complementa al nombre:

Soy maltés.

Esa suele ser la estructura de mis entradas en este blog.

Presento al invitado y doy unas pinceladas sobre él.

Luego añado algo que conozco por experiencia personal, o que he encontrado rebuscando en libros y que no se encuentra con facilidad en Internet.

No me suelen decir encantado, ni aquí ni en Youtube, pero reconozco que tengo poco encanto, por lo que nunca espero esa cortesía que yo prodigo; si tiene encanto mi interlocutor, por cortesía y si no lo tiene, por caridad.

Un día paseando, bien entrada la noche por mi barrio, me encontré con un indigente y nos sentamos en un banco a hablar.

No recuerdo de que hablamos, pero sí que nos dio la madrugada.

Ocasionalmente, me ha pasado en el blog que alguien pregunta o comenta algo.

El problema es que como no lo espero, a veces pasan semanas hasta que me doy cuenta del comentario.

Y entonces quedo como Cagancho en Almagro.


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