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domingo, 12 de febrero de 2023

Aborto y especie.

 

Bosque creciendo. Foto: Angélica Regidor.

Voy a volver a hacer amigos…

Lo que algunos miopes llaman justicia en España, acaba de avalar la ley Zapatero sobre el aborto.

Para no dar la tabarra sobre esta ley de sobras conocida, resumiré pronto y mal lo que el tribunal constitucional español ha avalado; la sociedad va a poder seguir matando seres humanos de forma planificada e impune.

En principio a mí me tendría que dar lo mismo porque ya estoy crecidito y esa ley no me afecta personalmente.

Lo que me debería importar, es la ley de la eutanasia.

Pero me sigue importando el aborto por dos motivos muy importantes y absolutamente ajenos a las ideologías políticas y a los credos religiosos.

El primer motivo es que las personas a las que se aborta son colegas de especie y soy un animal social y por lo tanto solidario y empático.

Y como animal social defiendo a mi especie por mero instinto.

Como animal social racional, también la defiendo por razones de mucho peso, además de la del instinto.

No voy a entrar en las monsergas de las semanas de vida del feto, porque la ciencia tiene más que sobradamente demostrado, que desde el momento de la concepción hay ser humano.

Sólo los tontos del bote, algunos políticos y los malvados, niegan esa premisa que es objetiva, científica y del más elemental sentido común.

Por eso estoy en contra de esta sociedad de descastados, que está atentando contra mi especie.

La segunda razón es más egoísta.

Cuando una inmundicia se practica con asiduidad, acaba por no dar asco y se llega incluso a encontrar placer en hacerla.

Eso es muy peligroso porque supone dar un paso para colocarse en el plano inclinado de la decadencia.

Como todos sabemos, cuando algo se desliza por un plano inclinado, va acelerándose y acaba perdiendo el control.

Se empieza asesinando a personas a las que no se oye gritar mientras que se las mata, y se acaba matando por el placer de matar. Nerón el psicópata, es un buen ejemplo de ello.

Toda nuestra especie, al margen de ideología o credo, debería estar clamando en contra de este genocidio que nos está diezmando.

Y debería estar luchando activamente contra los asesinos.

Todos con la pluma y la opinión y los no cristianos, también con la espada.

Creo que los cristianos están exonerados moralmente de este último aspecto, por sus creencias sobre la vida.

Aunque les sugeriría que leyeran a san Bernardo de Claraval en su carta fundacional de los templarios, para ver si es lícito empuñar la espada para defender al semejante.

Sé que con esta entrada voy a alejar a los lectores de izquierdas y los de derechas seguirán sin leerme.

Es decir, que tiro piedras sobre mi tejado.

Pero París bien vale una misa.

Y mi tejado me trae al fresco.


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