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El buque escuela CRIS 1, abarloado al buque oceanográfico español García del Cid
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En primer plano Víctor, del Departamento de Biología del C.R.I.S., a bordo del buque escuela CRIS 1, que está abarloado al buque oceanográfico español García del Cid en el muelle de Bosch i Alsina (Puerto de Barcelona).
El CRIS 1 realizó los trabajos de campo del MEDPOL.
Si has leído la parte primera de esta entrada en el enlace que te indico más arriba, verás que el MEDPOL se planteó como un programa global para medir la contaminación en el Mediterráneo.
El programa se construyó de abajo a arriba, de forma que cada Entidad local valoraba su entorno marino inmediato para luego integrar todos los resultados en un documento final.
En un determinado momento el que el ayuntamiento de Barcelona se planteó participar en este
Programa y necesitaba un responsable.
Y recurrió a mi.
Entonces, se dieron una serie de circunstancias, que me llevaron a una etapa
distinta en mi vida profesional de economista.
Efectivamente, a pesar de ser mi oficio el de economista, mi actividad como
naturalista no dejaba de darme un cierto nombre y prestigio en el mundo de la
ecología del momento, en el que aparecían muchos activistas de calle y pocos
profesionales serios del medio ambiente, asunto éste que en esos momentos no estaba en
el plano de actualidad como lo está hoy.
La escasez y mediocridad (con
honrosas excepciones) de los implicados, me permitían destacar entre tanta
población de aluvión, además mis estudios de biología, me
daban una base sólida.
Por
otro lado, llevaba años gestionando una goleta de más de 20 toneladas de la
que era armador (me estoy refiriendo al buque escuela CRIS1,
dedicado a trabajos de biología marina y de educación medioambiental).
Por
último y más importante, se trataba de gestionar un programa medioambiental que no interesaba a
nadie de la administración municipal y que por lo tanto no tenía ninguna novia.
En definitiva, estaba en el lugar adecuado, en el momento
adecuado.
En esta situación se me presentó la
ocasión de intervenir en el programa MEDPOL, por lo que me ofrecí a llevar la responsabilidad del programa sin incordiar a nadie y sin que costará nada de dinero a la administración, puesto que ofrecí de balde mi goleta para los trabajos
de campo en el mar.
No
recuerdo los detalles exactos de cómo enredé a tanta gente i cómo me dejé enredar, pero lo cierto es
que resultó un éxito.
Por un lado intervino el laboratorio municipal del ayuntamiento
de Barcelona, al que no recuerdo exactamente qué analíticas se le encomendaron,
relacionadas con los tejidos de peces.
Enseguida se apuntó el departamento de edafología
la facultad de farmacia de la universidad de Barcelona, atraído por la
posibilidad de conseguir muestras de
sedimentos de la costa de Barcelona (ya que tenían el barco gratis, así como el
instrumental, que también lo portaba un servidor) y por descontado también gratis la
mano de obra, que nutrían voluntarios y amigos de los profesores y catedráticos
de esas instituciones).
Inmediatamente
después se sumó el instituto químico de Sarriá, movido igualmente por la
posibilidad de conseguir un buen número de muestras para el estudio de
hidrocarburos y metales pesados en el agua de la costa de Barcelona, estudio
que tenían pendiente desde hacía tiempo pero que no llevaban adelante por falta
de recursos económicos.
Como
elemento de confianza tenía a mi esposa Carmen Galante (e.p.d.), experimentada profesional en técnicas de laboratorio.
El patrón era un profesional pagado. Mi esposa también
era una excelente profesional, pero aquí prestaba sus servicios de forma
altruista. Ambos fueron elementos humanos
indispensables y necesarios para el desarrollo de los trabajos, pues los becarios,
colaboradores y voluntarios que aportaron las entidades colaboradoras
mencionadas, el día que no les dolía el bazo, les dolía el espinazo y cuando
no, se mareaban o indisponían.
Con
estos mimbres se elaboró el MEDPOL en Barcelona.
Resultó un rotundo éxito, pues la ciudad condal fue la única del Mediterráneo que hizo
su papel en condiciones y que publicó los resultados con dignidad y difusión
suficiente.
Todo
esto me permitió trabajar durante unos
meses compaginando ni actividad de técnico en economía, con la de gestor de un programa medioambiental relacionado con el mar.
Era lo más que podía desear
profesionalmente en esa época, con la gran ventaja de que al ser un elemento indispensable
en el patrocinio del programa, hacía lo que me apetecía.
A todo
esto, el instituto español de oceanografía, que debía haber sido quien llevará
la responsabilidad de todo, se quitó de en medio porque su entonces responsable
veía con desprecio este programa pues, según me dijo, se desarrollaba en
aguas sucias y a él le gustaba hacer oceanografía en océanos abiertos,
(naturalmente
con presupuestos millonarios), a bordo del ya entonces obsoleto buque
oceanográfico García del Cid, (barco que intenté contratar, pero me presentó un
presupuesto millonario, lo que permitió entrar en el juego con el CRIS 1).
La
actitud del referido responsable no me extrañó, pues ya le conocía a raíz de la
construcción de los primeros arrecifes artificiales españoles, que realice de
forma pionera años antes, precisamente
gracias a esta misma actitud de desprecio hacia el proyecto escórpora y a la
presentación de unos presupuestos desquiciados, que también le frené.
Para
más detalles del susodicho, fue durante su gestión cuando se liquidó el
magnífico Acuario de la Barceloneta, inaugurado en 1963 y demolido en 1987 a causa, al parecer, de problemas estructurales.
La versión oficial es que los peces se trasladaron al zoo de Barcelona, lo que tengo la certeza vivida aunque indocumentada de que no fue así, lo que no me extraña pues parece que también se falsearon las verdaderas causas de la muerte del famoso gorila albino Copito de Nieve, lo que deja claro la facilidad de versionar del zoo de Barcelona.
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Acuario de la Barceloneta. Foto: Internet. |
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Acuario de la Barceloneta. Foto: Internet. |
Arriba, el ya inexistente y añorado Acuario de la Barceloneta (Barcelona), en sus fachadas posterior y principal.