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sábado, 22 de junio de 2024

Estoy de rehabilitación.

 

Rehabilitación.

Es una rehabilitación de juguete, pequeñita, pero rehabilitación, al fin y al cabo.

El tema toca la naturaleza de lleno, pues explica la capacidad de reponerse de lesiones y estragos.

Algunos equinodermos pueden rehacer partes de su cuerpo perdidas, como ocurre con las holoturias o las estrellas de mar.

Otros animales como algunos reptiles, también son capaces de regenerar partes de su cuerpo, que pierden expresamente para su defensa.

En general, todas las especies superiores somos capaces de cicatrizar tejidos, que no es más que regenerar porciones de nuestros músculos o piel perdidos.

Esto es parte de nuestras capacidades y se realiza de forma mecánica o involuntaria.

En ocasiones, el impacto ha sido tal, que el cuerpo precisa de una ayuda externa para recuperarse.

Los deportistas lo tienen por la mano.

Soy un experto, en sujeto de recuperación.

En mi primera recuperación, tuve que aprender a andar.

Y aprendí.

En la segunda, tuve que aprender a vivir.

Y aprendí.

En esta tercera, tan solo tengo que recuperarme para estar más cómodo.

¡Menuda tontería!

Escribo esto, porque si estás en un proceso de recuperación, por grave que sea, tengas confianza en que todo acabará bien o mejor de lo que estás.

Incluso el cerebro es capaz de organizarse, de forma que funciones que has perdido al dañarse las neuronas que las controlan, se pueden recuperar aunque sea parcialmente, porque hay neuronas limítrofes que pasan a hacer lo que hacían las muertas o dañadas.

No quiero aburrirte, sólo darte confianza en que con voluntad y constancia, se consiguen muchas cosas que parecen increíbles.

Me dicen psiquiatras, que si además eres creyente, todo es más fácil.

Si estás fastidiado y luchando para estarlo menos, ánimo.

He salido de agujeros muy profundos, con el pronóstico de quedar como un vegetal.

Y solo he quedado como un crustáceo.

Ten fe y esperanza y todo acabará bien, quizás con secuelas.

O regular.

O mal.

Pero, en cualquier caso, habrás ejercitado tu útil y vital instinto de supervivencia.

O desarrollado tu, quizás dormida, capacidad espiritual.

Y en cualquier caso, eso es excelente.




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