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jueves, 3 de agosto de 2023

Quizás, pronto, noventa mil visitas.

Hormiguero. Como un blog, puede tener de unas pocas, millones de visitas. Foto: AR.

 Este blog cumplirá en estos días, D.m., su 90.000 visitanario.

Ya no es un meoncete.

Ya sabe ir en bicicleta sin los ruedines.

Claro que no es de los preferidos por los algoritmos, porque es independiente.

Sin ellos quizá podría tener más visitas.

O menos.

¿Qué son los algoritmos?

Son esas fórmulas de inteligencia artificial que utiliza Internet, para aclararse entre todo lo que se sube a la red.

Es artificial, pero no es inteligencia.

Sí son unas buenas cabezas de turco, para que todos los que no tienen o tenemos el éxito que esperábamos, podamos echarles la culpa de nuestro supuesto fracaso.

Sé cuándo escribo cosas, ya sean de contenido político o religioso, que no están bien vistas por los algoritmos y por la mayoría de los visitantes potenciales.

Porque los algoritmos son una guía y en consecuencia un reflejo, de lo que piensan los lectores.

Los algoritmos hacen su trabajo y yo hago el mío, que es decir lo que pienso y asumir las consecuencias de despacharme a gusto.

Ha de haber algún sistema de control en la red y el algoritmo, del que todos nos quejamos, no es el mejor, pero es uno y no es malo.

Es la voz de su amo.

No podía ser otra cosa.

Sin duda podía ser mejor, menos voz de su amo.

Pero Internet no es una ONG.

Sí, nuestras mentes están controladas y dirigidas, en función inversa a su grado de madurez.

¿Alguien podría pensar, que toda la libertad que supone Internet, es de gratis?

¡Menos lobos caperucita!

Los algoritmos son unos incordios y por eso me quejo y nos quejamos todos de ellos.

Pero son unos incordios que nos ayudan a convivir, haciendo de la red algo transitable.

Dentro de lo que cabe.

Me sorprende haber alcanzado este número de visitas, que son fruto de mi constancia patológica en el trabajo y de la benevolencia de los visitantes y de los algoritmos.

Porque dedico a esta ocupación tiempos sueltos.

Muchos tiempos sueltos, que suman un pico.

Hago lo mismo con el estudio, la lectura, ...

Por lo que, aunque tenga tiempos sueltos, no tengo tiempos muertos.

A veces creo que los necesitaría.

Aunque me queje con la boca chica, me traen al fresco los algoritmos, las visitas, los seguidores potenciales, a los que no les doy ni la opción de apuntarse.

El blog no lo lee ni mi familia, que está en sus asuntos, ni mis amigos, que no tengo, ni mis conocidos, que tampoco tengo porque soy invisible.

Por eso muchas veces me pregunto; ¿quién diantre lee este blog?

Leerlo, no se quien lo lee.

Visitarlo, lo han visitado, hasta la fecha, un poquito más de noventa mil almas.

A lo mejor todo es cosa de los algoritmos y no lo lee nadie.

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