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jueves, 24 de agosto de 2023

Convivencia

 

Una mala convivencia, rompe la paz.

Como hace un día soleado y tranquilo he ido al puerto de Badalona a pasar un rato de ocio.

Todo estaba en silencio, pero a unos pocos metros había un grupo de jóvenes de habla hispana, que estaban en un velero haciendo escándalo.

Hace unos días, unos individuos que sonaban a alemanes, habían incordiado la convivencia gritándose de pantalán a pantalán en lugar de hablarse por móvil o andar unos metros para comunicarse.

Ni unos ni otros parecían gente de mar, por lo que entiendo que habrían alquilado un barco para pasar unos días.

Volviendo a los primeros, estaban pescando y en un determinado momento sacaron un pececillo que hizo arreciar el tumulto con gritos de triunfo.

No parecían gente de mar.

No entendía el hilo de su conversación a gritos y risotadas.

El texto eran fundamentalmente tacos y palabras malsonantes, acompañadas de alguna palabra normal, entendiendo por normal los que se oye en conversaciones normales. En el colegio me enseñaron que la palabra definida no puede entrar en la definición.

Pero tú ya me entiendes lector.

A las palabrotas, que acompañaban de alguna palabra normal, se sumaban gritos y sonadas palmadas.

Todo ello con un fondo de una cosa que ahora llaman música. O no.

Esa cosa sonaba a demasiados decibelios.

Mi primer impulso fue llamar a la vigilancia del puerto, pero si ya no estaban ya allí, es que no veían en aquel jolgorio nada anormal.

No quise significarme, pues esas situaciones las carga el diablo.

No llamé a nadie.

Ante semejante panorama opté por marcharme.

El puerto de Badalona puso medidas de vigilancia muy eficaces y al mismo tiempo discretas, cuando la cantidad de robos llegó a ser insostenible.

Se debe reconocer y felicitar su actuación.

Y pondrá medidas para la convivencia cuando la convivencia sea insostenible.

Es la vieja historia del punto negro en la circulación. Cuando los muertos en ese cruce llegan a un determinado número se pone un semáforo.

Y las personas normales dicen; ¿no se podría poner el semáforo antes de los muertos?

Sí, pero para eso hay que pensar.

Y pensar y tomar decisiones, es algo que produce erisipela a los políticos.

Otro día hablaré de ello en tono festivo.

 Si me acuerdo.



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