Estatuillas domésticas. Foto: Antonio Asensi. |
Estatuillas domésticas. Foto: Antonio Asensi. |
Algunos dicen, que los faraones egipcios se hacían enterrar con sus sirvientes, vivos.
Y así parece que fue durante las primeras dinastías.
Pero luego, se sustituyeron las personas por
figuritas que simbolizaban a los criados.
Una vez que el faraón o el insigne, había alcanzado
el más allá, estas figuritas tomaban vida y le servían.
Hay mucho bulo macabro en torno a la vida de los
faraones, que no cuadran en absoluto con el concepto de la vida y de la muerte
que tenían.
Lo mismo ocurre con los constructores de las
pirámides que se achaca a esclavos, que realizaban trabajos forzados.
Por el contrario, esos trabajadores eran personas
más o menos cualificadas en su oficio, que tenían consideración social.
Sin fe en el proyecto, los actores no habrían sido
más que marionetas que no hubieran podido alcanzar las altas metas que se
habían propuesto.
Ni servidores enterrados vivos ni esclavos
construyendo pirámides.
Apunta esta entrada en el apartado de etología
humana. Pues me baso más, en el comportamiento del hombre, que en el dictado de
la historia.
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