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jueves, 9 de julio de 2020

Inmersión en Es Vedrà (Ibiza).

Hace años navegué con el buque escuela CRIS 1 al islote de Es Vedrá, en Ibiza.

Recuerdo que era una gran roca cónica partida como con un hacha por el centro, de forma que se daban la cara dos paredes lisas que por sus dorsos caían en acantilados inclinados como las paredes del cono. En el centro de la gran grieta del hachazo quedaba una superficie de agua lo suficientemente amplia como para que cupiera el barco.

En otras circunstancias no me habría atrevido a meterme allí, pero en ese día radiante la mar estaba como un plato y el tiempo era muy apacible desde hacía días, de manera que no sólo me atreví a meterme en la grieta, sino que decidí que buceáramos en las azules aguas que aguantaban al barco. Luego vimos que había más de cuarenta y cinco metros de profundidad.

No podía fondear, por lo que dejé el barco al pairo con el motor en marcha y la hélice quieta. Todo fue como la seda.

En esta foto traigo una imagen de aquella inmersión.

Sueño con aquel día y con volver allí en las mismas condiciones en las que estuve. Pero creo que no podré realizar ese sueño, lo que no es malo pues los buenos recuerdos son intocables y siempre mejor que la realidad: No nos los pueden quitar y siempre los podemos llevar con nosotros. Y si la enfermedad nos los quita no importa, porque entonces ya no son nuestros. 

Inmersión en Es Vedrà. (Foto: CRIS 1).

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