A los caducados.
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Torre Colón y monumento a Colón. Barcelona. |
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Detalle de la vista de la fachada marítima de Barcelona, desde mi nido de trabajo. |
No es un secreto en la naturaleza, que el tiempo nos deja a todos calvos. De hecho, hay un principio en economía, que dice; a largo plazo, todos calvos.
Excepto las langostas y algunos gusanos, que algunos aseguran, son inmortales (ni las piedras son inmortales).
Pero hay una diferencia radical entre los animales
racionales y los irracionales.
Empecemos por los más sencillos, los irracionales.
Cuando caducan, la naturaleza los ignora, se mueren
y son pasto de nueva vida.
Sin embargo, nosotros, cuando
caducamos, la sociedad nos ignora, pero algunos juegan al mus, al dominó, o a la petanca y siguen
cobrando la pensión y viajando con el IMSERSO, hasta que, por fin, son
pasto de nueva vida.
En definitiva, todos hacemos lo mismo, pero los
racionales con más rodeos.
Buscando otros motivos gráficos, he encontrado en lo
que queda de mi archivo fotográfico, unas imágenes de la Torre Colón en
Barcelona, donde, en la planta 21 ó 22 tenía, en una de mis épocas profesionales florecientes, mi despacho.
No entro en detalles del edificio, pues era una
aberración urbanística, probablemente ilegal.
Mi despacho tenía ventanales al mar y a la montaña y
mi personal dependiente, estaba separado de mi generoso espacio vital privado,
por una pecera, como en las emisoras de radio.
No sé si era un jefe querido, pero cometía todo
género de pecados veniales, para que el personal que dependía de mí, tuviera la
vida laboral lo más plena posible.
No era gratis.
Como contrapartida, ellos alargaban sus horarios
cuando se lo pedía y no refunfuñaban nunca frente a cargas de trabajo
imprevistas. Todavía los recuerdo a todos con afecto y agradecimiento.
Una vez me costó un expediente administrativo defender a una buena funcionaria, de una acusación abusiva, técnicamente
cierta, (con matices), pero moralmente abusiva.
Los políticos me miraron mal, pero mis compañeros se
pusieron de mi parte, con lo que el expediente me causó gozo en lugar de pena.
Ahora estoy escribiendo esto como un canto a la
caducidad.
Los irracionales como mi perro, que tiene más años que
el Canal de Isabel II, está pasando en sus últimos años durmiendo, comiendo
y descomiendo; vegeta.
Sin embargo, un servidor, que está más machacado que
un palo de bolos, puede contar batallitas loando su situación o, por lo menos,
tomándosela a broma.
Lector cuida tu cuerpo, para que cuando llegue su
momento, no seas el elefante enfurruñado que no encuentra su cementerio, ni la
barracuda malhumorada y agresiva, que deja mal a sus compañeras, colgándoles el
san Benito de peligrosas.
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Izda., edificio de la autoridad portuaria de Barcelona. Detrás monumento a Colón y al fondo, torre Colón. |
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