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Celebrity Edge, con la Magic Carpet, arriba del todo. |
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Celebrity Edge. Imagen de su publicidad. |
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Imagen y texto de Wikipedia. |
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Celebrity Edge, con la Magic Carpet, a ras de agua. |
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Celebrity Edge, con la Magic Carpet, en la cubierta superior. Al fondo Mykonos. |
No voy a dar rodeos, fue el Celebrity Edge,
un barco de bandera maltesa, construcción francesa y propiedad estadounidense.
Arriba lo ilustro un aspecto general, reproducido de su propia publicidad.
Hubiera hecho yo mismo la fotografía cenital, pero tengo el helicóptero en el
taller.
Prácticamente estrenaba el crucero, pues llevaba
pocos años de servicio.
Estrenar es malo, porque te encuentras con todos los
defectos innatos de una cosa nueva, pero usar un barco nuevo, tiene las
ventajas de estrenar sin sorpresas. Por eso Jeeves el mayordomo de Wooster, utiliza
durante un tiempo la ropa recién comprada de su señor, para que este no tenga
que sufrir la incomodidad de estrenar. Ambos son personajes del genial escritor
británico Wodehouse.
El Celebrity Edge está considerado como un
barco de lujo. Es prácticamente una ciudad en la que viven alrededor de tres
mil personas. Puede considerarse un disparate, pero yo lo consideré una
experiencia.
Los interiores eran efectivamente lujosos, por eso
me contrastó más, que fueran cerrando los comedores a medida que pasaban dos
días y que la comida fuera cayendo en picado, hasta el punto de que el
penúltimo día de viaje, tuve que pelearme con unas ¡pechugas de pollo! y ni aun
así no puede comérmelas.
No entiendo de comidas y por descontado no soy un gourmet.
De hecho, para mí la comida se divide entre la que me gusta y la que no me
gusta y entre que se puede comer fácil y he de pelear para comerla. Lo primero
queda claro, lo segundo debo explicarlo. Me gusta comer pizza en casa, porque
la corto con unas tijeras de cocina. No me gusta comer pizza en un restaurante,
porque tengo que pelearme con ella armado de tenedor y cuchillo, contra una
pasta incortable. Si la pizza viene cortada, entonces sí que me gusta la
pizza de restaurante.
Por esa sencilla regla, no me gustan los crustáceos,
sean humildes gambas o la regia langosta.
Por eso cuando digo que tuve que pelearme con unas
pechugas, digo mucho para un tipo de barcos en que la comida es uno de los
desahogos del pasaje, en singladuras que para los que no están acostumbrados,
se hacen interminables.
Por cierto, solo tomé pizza un día y me fue
suficiente como para no volver a probarla.
Por mucho lujo u ostentación en elementos no
perecederos, como esculturas alfombras o moquetas, un crucero no es nada si no
ofrece un buen condumio.
El Celebrity Edge es un barco de ostentación
no de lujo.
Además, ir cerrando restaurantes a medida que
transcurre la travesía e ir rebañando las despensas hasta tocar su fondo, no es
lujo, es racanería.
No me llamó la atención el personal ni los servicios,
que encontré a nivel de otros hoteles de su categoría.
Es decir, no puedo comparar con otros cruceros de su
estilo, porque no conozco otros.
Lo que sí puedo hacer es dar mi modesta opinión,
sobre lo que me pareció este, sin entrar en muchos detalles para no aburrir.
Hay una oferta que sería injusta dejarla pasar.
Se trata de una cubierta que se desliza desde el
nivel del mar hasta la cubierta diecisiete. La llaman Magic Carpet. Esta
espectacular innovación tecnológica, creo que es única de este buque. En Google
puedes encontrar información sobre ella y para ayudarte a su comprensión, te
traigo aquí y probablemente en otros lugares del blog, imágenes.
Lo cierto es que además de su utilidad práctica,
para embarcar y desembarcar en los botes auxiliares cuando se van a realizar
visitas, tiene una utilidad lúdica interesante pues se puede visitar durante
las travesías y utilizar como atalaya, para descubrir detalles inéditos de los
lugares donde está atracado el barco.
En fin, que, aunque me meta con sus comidas, lo
cierto es que tener una ciudad para distraerte durante el viaje es algo útil e
interesante.
Acabo con tanta prosa y paso las imágenes, que una
imagen vale más que mil palabras.
Pero no esperes mucho, porque esto no es el
reportaje de un barco, sino una macedonia de cromos.
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