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jueves, 20 de octubre de 2022

Ecología.

 

2022. Lo que poco antes (2020), era una terraza con pinos y vista sobre el mar.

A pocos les interesa la ecología.

Incluso a mí, después de tantos años, la palabra ya me suena hueca.

Probablemente el tema de la ecología, a palo seco, despierta poco interés porque su conocimiento plantea un reto de coherencia, que supone un esfuerzo o sacrificio personal.

Procurar por el medio ambiente supone a menudo renunciar a cosas a las que estamos acostumbrados y que nos hacen la vida más cómoda, casi siempre a costa de un perjuicio innecesario a la Naturaleza.

En mi juventud, estuvo de moda entre las izquierdas de panfleto, el asunto ecologista y antinuclear.

Entonces la sociedad era más idealista, aunque igual de aborregada que hoy.

Me aliviaría pensar que volverá la moda del ecologismo, pero la sociedad se está materializando cada vez más y no albergo muchas esperanzas de que vuelva esa moda.

Si escribo sobre ecología, no es porque piense que puedo crear tendencia desde el agujero ínfimo de este blog, sino por coherencia intelectual.

Desde chico he visto la violenta colonización de la Naturaleza por el hombre.

La Historia nos dice que casi siempre ha sido así.

Eso me apena, pero no me preocupa, porque a largo plazo el hombre lleva las de perder.

Y también a corto plazo, pero él no se da cuenta de los valores intangibles que pierde.

Creo que el proceso es irreversible porque irreversiblemente el hombre tiende al mono:

Cuanto más bienestar tiene el humano, más necesita satisfacer sus necesidades materiales y más descuida su faceta trascendente, que es la que le hace persona. Más se acerca al mono.

La versión del ecologismo de hoy es el animalismo, que intenta aparentemente cubrir lo mismo, pero con argumentos  vomitados por cerebros más evolucionados hacia el mono. Por cerebros más simiescos.

De ahí la irracionalidad de esa propuesta y de otras relacionadas con el mundo natural, como la aberrante gestión de algo natural como la  transexualidad, el aborto o la pederastia.

Insisto, propuestas de gestión, que salen de cerebros más próximos al mono que al Homo sapiens.

Creo que los esfuerzos que hago para defender a la Naturaleza y de nuestra vida en armonía con ella, son estériles.

Me importa poco, porque también son estériles los que hago por ayudar a mis semejantes... Ya tengo callo.

No quiero convencerte de nada, sólo que te plantees si estás dispuesto a hacer callo con estos temas.


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