Me querían asesinar, com diu l’acudit (como dice el chiste).
En mi barrio todo el mundo está ya vacunado. Falto yo.
Tengo la edad y soy de riesgo. Pero les debo tocar las narices con el blog.
Si estuviéramos en Chicago me enviarían un matón. Pero eso lo hacía Podemos y ahora ya casi no están.
Así que deben pensar; no lo vacunamos y que se muera sólo.
¿Tanto incordio?
Si ya no hay ecologistas y sólo soy una reliquia superviviente de la especie de los naturalistas.
Deberían tratarme como una especie en extinción. Con cariño y cuidado.
Lo que escribo no lo leen ni en casa. Lo sé porque a veces he puesto cosas para hacer la puñeta a la familia o a los amigos y nadie se me ha quejado.
Además en mi pueblo todos somos nacionalsocialistas, por voluntad o por marices, por lo que lo que ocurre no trasciende.
Y, aunque yo no sea de la banda, tengo pureza de sangre certificada.
Lo que más me fastidia es que lo que no mata engorda y como no me mate el virus, voy a engordar.
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