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martes, 11 de mayo de 2021

Cuatro ardillas en el Bosque Vertical.

 








En un momento empezó a chispear. Pero las ardillas de hoy están preparadas para cualquier situación.




Esto sí…. Los platos llenos pintan mejor…



El pasado domingo ocupé el día en el Bosque Vertical.

¿Qué es el Bosque Vertical?

Ya hablé de él en una entrada anterior.

Este domingo Antonio celebraba  por diferido su onomástica e invitó a unos amigos, a hacer de ardillas por los pinos de ese particular bosque, de manera que Antonio y sus amigos, se pasaron el día encaramados en los árboles, yendo de uno a otro por un enmarañado de cuerdas y puentes que los unen a una altura significativa del suelo.

A diferencia de las ardillas diplomadas, estas aprendices iban suficientemente bien aseguradas para que la aventura transcurriera sin ningún riesgo y acabara bien.

En este boque hay varios recorridos y normalmente los chavales hacen uno de los cuatro que ofrecen, pero estos cuatro mosqueteros los hicieron todos, uno detrás de otro. Quedaron agotados hasta un punto del que no se harían cargo hasta el día siguiente,  en el que las agujetas los tendrían postrados.

La invitación a la fiesta incluía la comida en un simpático restaurante que forma parte del conjunto del Bosque Vertical.

Este restaurante no tiene estrellas Michelín pero si árboles Pinus.

Acompañábamos la expedición Angélica en la fotografía, y un servidor en la crónica. Angélica tomó las fotografías a pie de árbol

El que suscribe realizó la crónica a pie de mesa del restaurante.

Asistió cómo soporte técnico, Montse.

El tiempo acompañó magníficamente la jornada, ignorando naturalmente las previsiones meteorológicas y poniendo en evidencia un gasto que podríamos ahorrarnos para amortizar la enorme deuda que tiene el país.

Si nos ahorráramos los sueldos de los políticos, asesores, meteorólogos y fabricantes de semáforos, sanearíamos mucho nuestra economía.

Debo advertir que había mucho polen en el ambiente, por lo que el paraje no debe ser muy sano para los alérgicos, pero eso es un mal menor de la naturaleza en primavera.

La solución a la alergia está en quedarse en un ambiente controlado en casa viendo por la televisión documentales de National Geographic.

Pero eso es más aburrido y los documentales de esa cadena cada vez más anodinos.

Para pasar un buen día en el Bosque Vertical no es necesario colgarse de ningún arnés.

Además hay mucho espacio para pasear y aunque haya mucha gente, como fue el caso de ese domingo, el bosque es grande y difumina la asistencia de manera que uno puede pasear tranquilo.

Además el bar restaurante está a la entera disposición de cualquiera al que le dé un arrebato de sed o de gula, …de gula modesta pues yo pedí para postre unas trufas, que se les habían acabado y como alternativa un helado de limón, del que ya no les quedaba.

Me tuve que conformar con un sucedáneo del Calipo de Frigo, fabricado de cualquier manera por una empresa del paraíso fiscal de Europa, la Nestlé, que además pone nombres chorras a sus helados... Pero menos da una piedra.

Una advertencia. Llegar el Bosque Vertical desde Masnou es muy fácil. Se deben seguir los carteles de zona forestal que aparecen en la carretera.

También se puede utilizar el GPS pero nosotros  esta vez nos quedamos sin cobertura, a medio camino, apuro del que nos sacó Montse con su teléfono atómico.

La vez anterior nos encontramos con unas obras en una rotonda, que nos desviaron a unos caminos forestales, muy cercanos a ser intransitables por un coche normal.

Si el ayuntamiento, Google y Telefónica se ponen de acuerdo, el acceso es muy sencillo.

Pero si uno de los tres se pone borde, acaban por darte ganas de preguntar al primer transeúnte que te encuentras... el doctor Livingstone supongo.


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