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sábado, 29 de mayo de 2021

La medicina, los chinos y los rinocerontes.

 

Rinoceronte blanco (Ceratotherium simum)  y su cría. Foto: Libre en Internet.

Aprovechando la circunstancia de que hace ya demasiados días que soporto una terrible lumbalgia, quiero hablar de las enfermedades y cómo resuelve la naturaleza las enfermedades y las molestias propias del discurrir de la vida de los bichos.

Una previa; en la mayoría de los casos, las resuelve con la muerte, que es lo más eugenésico pero, eso sí, lo menos saludable.

Veo que los perros comen hierba para purgarse.

Les debe ir bien porque sino, no lo harían.

No sé si comen cualquier hierba, lo que sí sé es que en terrenos abandonados elige las hojas verdes de gramíneas que sobresalen del resto. Son muy selectivos.

También sé que los perros e imagino que otros mamíferos de pelo análogos, se desparasitan metiéndose en el agua.

No lo he visto pero dicen que lo hacen sumergiéndose lentamente de cola a morro, para hacer que los parásitos se vayan desplazando hasta el morro, que es lo último que hunden. Sólo lo he visto hacer en una ocasión a un perro.

Eso servirá para las pulgas y parásitos análogos porque no creo que sea útil para las garrapatas, por ejemplo.

Los elefantes y otros grandes mamíferos recurren a los baños de lodo y arena para protegerse de insectos y parásitos.

También dejan que aves especializadas se posen en sus lomos y les desparasiten con su pico.

Los cerdos domésticos recurren también al lodo pero les faltan los pájaros.

Hay mil formas entre los animales superiores para luchar contra las enfermedades y las molestias.

Todas esas formas, por lo general,  tienen una cosa en común: van al origen del problema (las purgas de los perros van a compensar un exceso consciente, forman parte del comer, es un postre digestivo).

Intentando emular ese modelo de comportamiento, he combatido mi lumbalgia con reposo y calor local.

Y procurando sentarme y tumbarme de forma que la región dañada quedara bien soportada y no me molestara (esto forma parte del reposo).

El calor local supone aplicar calor intenso no más de quince minutos seguidos. Dos o tres veces el día. No es una receta es una orientación de lo que hago.

No recurro a los analgésicos porque disimulan el dolor pero no curan y no recurro a los anti inflamatorios porque aunque curan la causa en su forma más grosera, tienen muchas contraindicaciones; hacen más daño de lo que alivian.

Además, aunque alivian la inflamación y con ello el dolor, no actúan sobre la causa que ha provocado la inflamación, que es lo que realmente hay que combatir.

Antes de la globalización se decía que la medicina china iba a arreglar las causas de la enfermedad, no los síntomas.

Ahora, tras la globalización, la medicina china debe ser lo mismo que la medicina sueca; diazepam para la ansiedad e ibuprofeno para la inflamación.

Pan para hoy y hambre para mañana.

No puedo dejar de  desmitificar la medicina china, recordando que gracias a ella casi no quedan rinocerontes, por ejemplo, pues utiliza  sus cuernos como medicina.

Tras unos pocos días de reposo y calor, parece que estoy mejor.

Imagino que ya me irás conociendo, lector y entenderás perfectamente que no me refiero a que hay que combatir el cáncer con el ungüento de la tía Pascuala, sino que hay que tener cabeza. 

Hay que combatir las molestias en su origen y no en su expresión, pues anulando los síntomas hacemos que lo que tengamos no nos moleste por fuera. pero que nos fastidie por dentro, sin que sintamos los avisos que la naturaleza nos da cuando algo no funciona.

Ten presente que a la medicina, tal como está planteada hoy para la gran masa de personas que pueden disfrutarla, le quedan cuatro días.

Dentro de nada los médicos serán sustituidos por la inteligencia artificial, que diagnosticará con mucha más precisión y acierto que los matasanos actuales.

Porque la medicina es, en un porcentaje notable, escuchar al paciente, en un gran porcentaje, conocerlo a través de lo que se le ha escuchado y a  partir de aquí, aplicar las pruebas y analíticas más adecuadas para atinar en el diagnóstico.

Pero hoy el médico está más por el dinero que por el paciente, de manera que le interesa un pimiento conocerlo y no destina más de diez minutos para oírlo.

En esas circunstancias es mucho mejor la inteligencia artificial.

Ésta reúne la experiencia y conocimientos de los muchos médicos y especialistas que han elaborado los programas informáticos, lo que es más que el diagnóstico de un solo médico apresurado e irresponsable, en el sentido literal del término. Es decir, que no tiene responsabilidad o que la tiene cubierta por un seguro o por el corporativismo de la comunidad médica.

Decía Baltasar Gracián ya por el s. XVII, que a los médicos deberíamos pagarles mientras nos mantienen sanos y deberíamos  dejar de pagarles cuando estamos enfermos, que es cuando no hacen su trabajo, o lo hacen mal.

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