Buitre encapuchado: Aegypius monachus. |
Conocer la Naturaleza es imprescindible para hablar con precisión de determinados temas. Por ejemplo del de los políticos.
Una previa. Hablar de los políticos es no decir nada, pues, como en todo, hay políticos buenos, regulares, mediocres, malos y malísimos.
El buen político es una persona encomiable, pues dedica su vida a los demás. Eso es heroico y, lamentablemente, demasiado escaso.
Cuando nos referimos a los políticos. Así, en grumo, solemos referirnos a esa desgraciada mayoría que es la que más se hace ver.
Muchos los tildan de carroñeros y parásitos para designarlos como malos. Pero los que así dicen, no siempre dicen bien.
Carroñero es el animal que come carroña, carne muerta. Eso suena asqueroso pero no es malo, sino bueno.
El carroñero no suele matar como medio principal de alimentarse; aprovecha lo muerto por otro animal. Rebaña el plato y evita que la putrefacción y sus bacterias y virus progresen. Reciclan.
Los políticos a los que se refieren los que quieren hablar mal de ellos no son carroñeros, pues son capaces de matar para comer y no rebañan nada, al contrario, despilfarran.
En realidad los que así les llaman lo que quieren decir es que son parásitos.
El parasitismo en la Naturaleza es una forma de relación animal, vegetal o mixta, en la que uno de los implicados se aprovecha del otro sin darle nada de provecho a cambio, incluso, a veces lo llega a matar.
Paradójicamente hay carroñeros, que son feos (los buitres) aunque su labor sea buena, y hay parásitos que son bellos (las orquídeas) aunque su labor sea mala, aplicando por convenio esos criterios morales y estéticos inadecuados al caso.
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