Tres tortugas con instinto. Foto: Angélica Regidor. |
Nunca pensé que dedicaría una entrada de este blog a reivindicar la existencia de los sexos en el mundo animal. Y es que en España, desde que nací, nunca había llegado al poder, nadie que tuviera el cerebro tan desbaratado como para cuestionar tal obviedad.
En mi relativamente corta vida, o relativamente larga, he vivido lo que hoy se llama en España gobiernos de derechas, de izquierdas y dictadura. Que es como no llamar nada, pues la disbauxa es tal, que lo que hoy se califica en la política española es como no calificar nada.
Dentro de este gran caos semántico, alguien que conozca, aunque sea someramente, la Naturaleza no debe dejarse engañar por los cantos de sirena de una sirena que ha llegado no por méritos propios, sino por deméritos ajenos a un lugar, donde su voz puede ser oída. Vamos, lo que en mi tiempo se llamaba un piojo resucitado.
Los sexos existen y son radicalmente distintos. Y así han funcionado siempre el hombre y la mujer y han funcionado con éxito, como lo muestra la situación actual de la humanidad.
Una humanidad abundante y plena en ciencia y cultura.
La Humanidad estaba en el buen camino hasta que en el s. XIX a un oportunista apandador le dio por decir que todos somos iguales y a unos poderes fácticos les dio por hacerse eco de semejante disparate biológico.
Entonces la Humanidad cambió de vía y se encarriló por un camino exclusivamente animalista, dejando la vía de su desarrollo integral.
No hay dos seres humanos iguales y hay sexos diferenciados, con diferentes funciones.
Así es la Naturaleza le pese a quien le pese.
El camino bueno habría sido tomar la vía del desarrollo integral del ser humano, exigiéndole respeto y caridad.
Pero ese es un camino difícil, demasiado para unos politiquillos de medio pelo.
Las tortugas de la foto son distintas y flotan a precario sobre un tronco.
Probablemente no tienen capacidad de sentir esperanza pero con su simple instinto, flotan.
Con esperanza, volarían.
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