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jueves, 3 de abril de 2025

Tío Juan.

 

A mi tío Juan.


Huerto. Foto: Libre en internet.

No era mi tío.

Pero yo lo había adoptado como tío.

Me dirás ¿no será al revés, que él te había adoptado como sobrino?

No, digo bien. Lo adopté como tío.

Siempre he admirado a las personas capaces de mantener un huerto.

Porque yo lo intenté y a duras penas lo conseguí. Exige perseverancia, trabajo y conocimientos.

Hay pocas personas hoy, que sin ser vital para su vida porque ya la tienen resuelta, tengan esas virtudes necesarias para mantener un huerto.

Pero además era un hombre animoso, siempre sonriente y fiel.

En fin, una buena persona sonriente.

Hay muchas buenas personas, pero sonrientes, menos.

Son virtudes que también admiro y que no consigo alcanzar, porque soy un cascarrabias gruñón: El presidente de la federación donde estaba apuntado para bucear, me llamaba; el hombre serio.

Ni tan siquiera sé si soy una buena persona, pero desde luego no soy sonriente. Ahora menos.

Por eso lo adopté como tío. Porque me atraían sus virtudes y valores.

No había motivo para que él hubiera sentido interés para adoptarme como sobrino.

Pero no desespero. La muerte nos allana a todos y cuando llegue el momento, podré mirarlo de tú a tú, aunque en vida haya habido tanta diferencia.

Hasta pronto tío Juan.



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