Escarabajo del sudario, Oxythyrea funesta y flor. |
Escarabajo del sudario, Oxythyrea funesta y flor (detalle). |
Me
gustan los osos blancos en su ambiente natural.
Y me
gustan también los narvales nadando entre témpanos.
¡Y
no te digo los cóndores planeando sobre las cumbres!
Pero
mi espíritu, quizás condicionado por las circunstancias, ha aprendido, desde
chico, a ver la belleza en las cosas pequeñas.
También
las cosas corrientes le han despertado el interés.
Por
eso disfruto de la naturaleza sin necesidad de correr mundo buscando lo
extraordinario.
También
me gusta lo grande y tengo suerte.
Sobrevolando Capadocia en globo, el piloto tuvo problemas y no pudo aterrizar cómo y donde tenía planeado, lo que le enfadó mucho y a mí me satisfizo más.
Preparando la ascensión a un cerro en la selva de Costa Rica, el guía impecable y musculado, dijo, dirigiéndose a una comitiva de jóvenes equipados de exploradores; iremos despacio para que el señor no se canse (¡el señor era un servidor, no sé por quién me habría tomado al darme ese título!).
Mi equipo de aventura eran los pantalones de pana, las alpargatas y camisa de siempre y mi bastón de señora María.
Llegué
el primero a la cima y les estuve esperando cerca de una hora contemplando, solo, el
paisaje sin voces y con el ruido de la selva de fondo.
También
tuve suerte.
Y es
que lo pequeño e insignificante, a veces da sorpresas.
Eso
ocurre mucho en la naturaleza, donde muchas veces lo que ves no es lo que
parece.
Hoy
traigo un compendio de metáforas; un escarabajo que un día inspiró a alguien un
sudario, sobre una flor amarilla, de amarillo tan bello como inofensivo.
El
escarabajo es vegetariano y la flor es amarilla, amarillo sardo.
La
experiencia me dice que si hubiera puesto una foto del globo sobre Capadocia,
despertaría más el interés.
Pero
prefiero el insignificante escarabajo y la vulgar flor, porque sin duda educarán
más el espíritu del lector, aunque satisfarán menos a mi ego, al restarme
visitas.
Afortunadamente para ambos, soy así.
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