Bosque caducifolio. Bajo Aragón. |
Bueno, puedes hacer lo que te venga en gana. Pero cada libro que compras viene de una edición que suele rondar los cinco mil ejemplares, y eso es mucha celulosa. Los que no se venden, que son la mayoría, se reciclan habiéndose comido mucha energía en el camino, en su producción y luego en su reciclaje.
La autoedición supone menos consumo de celulosa por libro, pero hay muchos más libros.
No concibo un mundo sin libros. Pero no, digo mal, lo que no concibo es un mundo sin conocimiento.
Cada momento de la historia ha tenido su expresión escrita sobre el soporte del momento; arcilla, papiro, pergamino... Hoy es el momento digital.
El problema es que lo digital no deja rastro. Pero, ¿es tan importante dejar rastro? Y concretamente, ¿es tan importante dejar rastro físico? ¿No hay ya bastante rastro físico de nuestra civilización? Además, creo que alguien ya se encarga de dejar testimonio de nuestra cultura.
En definitiva. Conservaré como oro en paño lo que queda de mi biblioteca, pero en adelante recurriré al formato digital para leer y editar. ¡Año nuevo, vida nueva! Llevo tiempo preparando el cambio.
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