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jueves, 28 de mayo de 2020

Barco escuela CRIS 1: Salvando náufragos.

El barco escuela CRIS I en el Puerto de Barcelona. (1985).

Apreciado amigo. Me preguntas sobre el barco escuela CRIS I; qué es lo que hacía con él, cuales eran sus ocupaciones.

La verdad es que mis actividades con ese barco fueron muchas y muy variadas, aunque el epicentro de ellas fue siempre la actividad social y la divulgación de la vida en el mar. En este blog te planteo algunas de ellas.

A veces pienso que me absorbió tanto y durante tanto tiempo que cambió mi vida totalmente, a bien a corto plazo, aunque me la destruyó a largo plazo, que es lo que verdaderamente importa.

Las buenas obras siempre traen su penitencia. No sé porqué, pero la vida me ha mostrado que es así.

Lo sabía cuando opté por la docencia y por ayudar a los más débiles.

Sabía que eso sería así, pero una cosa es saber y otra es sentir; podemos saber, pero no somos del todo conscientes de nuestros actos hasta que profundizamos en sentir.

Por eso voy a hablarte, querido amigo, sobre un efecto colateral de las actividades del CRIS I, que hará olvidarme un poco del fracaso vital animado por éxitos concretos, que dan sentido a la opción que elegí en su momento.

Repasando en mi cuaderno de notas leo un par de comentarios que te transcribo y que se refieren a salvamentos realizados por el barco escuela  CRIS I en sus singladuras.  Copio las anotaciones con sus fechas y luego comento algo sobre ellas:

23 julio de 1981. Arenys de Mar. Salvamento de tres náufragos”:

Las circunstancias de este primer salvamento las narro en el librito Costas españolas: Arenys de Mar”, libro aún inédito. Te remito a su lectura cuando aparezca, si llega a ver la luz. Si en un plazo razonable no llega a verla, volveré a esta entrada, que mientras tanto me servirá de referencia y recuerdo.

“1 al 15 de agosto de 1.981. Expedición Levante 81”. Canal de Ibiza. Salvamento de seis náufragos”:

Navegaba en el barco escuela CRIS I, desde las Islas Columbretes a Formentera (escala habitual de mis travesías de Barcelona a Ibiza).

El día había amanecido espléndido, pero al poco (así es el Mediterráneo). estaba gris, lloviznaba y soplaba un viento de levante blando pero molesto y suficiente como para levantar la mar y cubrirla de borreguillos.

Teniendo al través Ibiza, dimos con dos barcas a motor de unos cuatro o cinco metros, con tres parejas maduras a bordo. Nos hicieron señales y nos acercamos a ellos. Las tres mujeres estaban llorando.

Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, nos dijeron que habían salido de Denia con rumbo a Ibiza.

De las respuestas a mis preguntas, resultó que no llevaban instrumentación náutica alguna (entonces el “gps” estaba en sus comienzos) y que estaban perdidos y justos de gasolina (un servidor  llevaba más gasolina para mis embarcaciones auxiliares que ellos para la travesía).

Me dijo uno de los hombres que les habían comentado que al dejar de de ver la costa, ya verían Ibiza.

Y con esas referencias habían salido.

Cretino el que les había dado semejante información, y cretinos y suicidas ellos que la habían tragado sin digerirla.

En ese paso a las Baleares desde la Península puede ocurrir que al dejar de ver el Cabo de la Nao se vea ya Ibiza. Pero eso si el día es muy despejado (sin viento y con mar llana) y si se navega sobre la cubierta de en un velero a un par de metros sobre el mar.

Pero en una barca a ras de agua, con mar movida, día gris y viento que levanta un aerosol de agua sobre la superficie, te puedes estar comiendo Ibiza sin verla.

Por otro lado, el consumo de combustible en una motora es un misterio irresoluble que nadie puede conocer, ni el fabricante del motor.

Depende del estado de la mar (dato visible), de la intensidad y dirección de las corrientes (datos invisibles y difíciles de medir desde una pequeña lancha), del peso que transporta,… En fin, que es bueno llevar, como mínimo, el doble de combustible del estimado teórico.

Dadas las circunstancias me ofrecí a remolcarlos pero no quisieron, imagino que por temor a que les pidiera la compensación económica legal prescrita para esos casos (cosa que nunca he hecho pero que aquellos burgueses machuchos ni se lo podían imaginar).

Creo recordar que les di un bidón de gasolina, les señalé el rumbo que debían seguir y me ofrecí a que mantuvieran contacto por radio hasta que vieran Ibiza. No llamaron. Debieron encontrar Ibiza.


Esta imagen no tiene que ver con las lanchas del relato, de las que no guardo más que el recuerdo. Al fondo el Macizo del Garraf.

(Continuará...).


…(Continuación).

Viernes 29 de mayo de 2020.


En el año 1984. En el transcurso de la que llamé Expedición Mallorca 84, navegando por la costa de poniente de Mallorca, tuve ocasión de asistir al yate nombrado Venus, de bandera alemana, con un número indeterminado de tripulantes.

Se trataba de un velero al pairo, con la máquina averiada, al que la corriente llevaba hacia los acantilados.

Al haber un fondo grande e inadecuado, imagino que no podían fondear y al no soplar la más leve brisa sus velas no eran operativas. Ni aún con brisa lo hubieran sido al estar tan cerca de un gran acantilado.

En su lugar, hubiera botado el auxiliar para separarme del acantilado buscando ganar tiempo o un fondo adecuado.

Pero ellos se limitaron a pedir auxilio por radio. Sin duda era más cómodo pero también más incierto, pues el tiempo podía cambiar en cualquier momento y la ayuda podía durar horas en llegar.

Lo procedente hubiera sido pedir auxilio y probar mientras, a salir del apuro con los medios propio. Para su ventura me encontraba cerca y pude auxiliarles y sacarles del apuro.

En la revista Cuadernos de Biología Marina (te he hablado de ella en este “blog", publiqué sobre ello. Te remito a ella.

Puedes acceder a su lectura en la Biblioteca del C.R.I.S.

Tiene gracia el asunto. Casi cuarenta años navegando en cinco barcos, por aguas del Mar Balear y del Levante español y en ese tiempo he rescatado a más de nueve náufragos desde el mismo barco, el CRIS I, en un intervalo de muy pocos años.

Para conocer sobre Cuadernos de Biología Marina, pulsa aquí.


El barco escuela CRIS I remolcando al yate VenusAl fondo la isla de Cabrera.

2 comentarios:

  1. Quizás te parezca sorprendente, pero el CRIS I también llegó a salvar náufragos tierra adentro.

    Soy uno de los privilegiados que tuvieron la extraordinaria oportunidad de beneficiarse con la generosidad de tu filantropía. Fue una experiencia vital y espiritual (sí, también) de las que marcan para siempre y que en mi caso pude disfrutar a lo largo de más de dos años. ¡Bendito CRIS I y la infinidad de vivencias, aventuras, descubrimientos y conocimiento que adquirí gracias a haber participado en tus proyectos! Sin duda, una de las mejores épocas de mi vida. Aun hoy, treinta y cinco años después sigo usando expresiones, conceptos, maneras, ideas y referencias marítimas, la mayoría, pero que alcanzan también mucho más allá de lo marítimo y que aprendí siendo tripulante del CRIS I.

    Creo que hiciere lo que hiciere, nunca podría llegar a agradecértelo lo suficiente, José María:

    ¡GRACIAS! de corazón.


    Daniel Blanco.-

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    1. ¡Daniel! No me voy a ir por las ramas, me has emocionado. Cada cosa que hago pienso que vale la pena si sirve por lo menos a una sola persona. A veces pienso si todo aquel esfuerzo sirvió de algo. Tu comentario me ha dado una respuesta, en un momento en que necesito respuestas. Gracias Daniel, por aprender a salvar náufragos. Un sincero abrazo,

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