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La Razón, jueves 29 de marzo de 2001. |
Ayer me pasé en la extensión de la entrada.
Me han regañado y me doy por aludido.
Seré breve en los prolegómenos y escueto en el
desarrollo.
Traen una ballena muerta al puerto de Barcelona.
Eso es un problema
La capitanía militar de marina de Barcelona, hurga
en el ambiente de gente relacionada con la mar y sus bichos que vivan en
Barcelona y aparece en la lista, como siempre entonces, un servidor.
Me piden que la saque del agua y me deshaga de ella.
Naturalmente, de gratis.
No encuentro un buzo que quiera liarse en la
arriesgada tarea de embragar al animal y tengo que hacerlo yo.
Ramón Luis se encarga de buscarme una grúa poderosa
y un camión con tráiler para cargarla. Son elementos de su oficio de arquitecto.
Camión y grúa creo que los paga el CRIS.
Un domingo por la mañana, nos reunimos en el puerto
para cargarla, atravesar Barcelona a una hora intempestiva para no encontrarnos
con gente y por la tarde estamos en el local social del CRIS, entonces en
Esplugas del Llobregat.
En los terrenos del CRIS, una excavadora ya ha
abierto la tumba junto a las pistas de tenis.
Metemos dentro a la ballena y la enterramos. Fin de la historia.
Cuando pase el tiempo adecuado, desenterraremos el
esqueleto, limpiaremos los huesos, los armaremos de nuevo y el esqueleto de
ballena tendrá su lugar en el futuro museo oceanográfico del CRIS, que al fin no se hizo, como cuento en otro lugar del blog.
Para entonces ese esqueleto de ballena valdrá en el
mercado unos siete millones de pesetas.
No sé lo que vale hoy en el mercado, en euros, un
esqueleto de ballena de 22 metros.
Probablemente no se encuentren.
Como siempre, en su momento, el CRIS será el punto
de atención del mundo del submarinismo.
Pero teniendo todas las bazas a favor, el asunto no
salió como tenía previsto.
No por una catástrofe o una hecatombe, si no por la tontería
de un empleado del CRIS, que tenía entonces una influencia por encima de su
capacidad.
Pero he dicho que voy a ser breve.
Y cumplo.
Si tengo ánimos, otro día
devanaré el ovillo.
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