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miércoles, 22 de octubre de 2025

A modo de recapitulación sobre mi ocupación de naturalista.

 

Asensi recuperando un corer desde su barco escuela CRIS 1, en los trabajos de Med -POL Fase I.

Hoy ha amanecido un día triste por la ventana de poniente, nublado por la ventana de levante y despejado en el zénit.

El parte meteorológico dice parcialmente nublado, como cada uno de estos días, pero parece que hoy la tarta está repartida.

Además, un vecino ha adosado a su pared una estructura fija a modo de sombrajo, que me quita mucha perspectiva.

Conozco la ordenanza del pueblo y no me cabe duda de que alterar el aspecto de la fachada con una estructura fija es ilegal, aunque cuente con el permiso de la comunidad de vecinos.

Pero Cataluña es un reino de taifas y las coimas e influencias son las que dominan el orden legal. Como en el resto de España, pero a lo provinciano.

Todo eso y el contenido de un WhatsApp me han hecho reflexionar sobre mi condición de naturalista.

Antonio y Sebastián me comentaron un día la cita de un insigne geólogo, que se dirigía a un conocido suyo, diciéndole que no dejara que su hijo estudiara geología pues de eso no se vivía.

Efectivamente ninguno de los geólogos que conozco vive de la geología.

Se ganan las lentejas con otros trabajos que no tienen nada que ver con esa ciencia. No recuerdo a los personajes de la cita porque soy muy olvidadizo, pero intentaré buscarlos por mi interés.

Te sugiero que, si tu hijo tiene interés por la naturaleza, le convenzas para que no siga esa vocación.

Mis lentejas me las han proporcionado la economía y la historia, etapas profesionales de las que he hablado muy poco en el blog. Si tengo ocasión hablaré más de ellas.



Cuando me desmelené y me volqué a lo que en el blog defino como ser un naturalista, fue cuando empezaron mis desgracias económicas.

Me hice un hombre realizado pero pobre.

Tuve ocasión de volver a mi oficio original y a medida que iba volviendo perdía realización, aunque podía añadir chorizo a las lentejas.

Cuando estaba a punto de perder mi referencia de la naturaleza, tuve la suerte de que la edad, la salud y circunstancias muy concretas, me golpearon como rayo del cielo, que quiere impedir la pérdida de un prosélito idealista y me jubilé evitando nuevos errores, pero no las secuelas de los cometidos.

Son muchos los hombres valiosos que han muerto en la pobreza y el olvido.

Pues imagínate lo que debe ser haber sido un hombre mediocre y morir en la pobreza y el olvido.

Sigue tu vocación, pero antes deshazte de tus responsabilidades si esa vocación es la cultura y vives en España o en Mozambique.


 A la izda., Asensi en las Islas Medas, durante el rodaje de alas y viento.





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