Una grúa enorme se cierne, cual buitre, para hacer de unos pocos selectos, el suelo de muchos indefensos. |
No podemos echar la culpa a un partido, pues a este
descalabro se han prestado todos los partidos políticos, desde la extrema
izquierda a la extrema derecha y los llamados partidos nacionalistas y separatistas.
Es un claro ejemplo de la condición del político
español, que antepone su bolsillo, bien sea con excusa del partido o sin
intermediarios, a la calidad de vida de sus conciudadanos.
Lo que están haciendo es un delito irreversible para
el que debería instaurarse una pena irreversible.
Lo que han destruido y están destruyendo, ya no lo
vivirán las generaciones venideras.
No es imprescindible para crear vivienda fabricar
esos monstruos.
Si es imprescindible fabricar esos monstruos para
llenar los bolsillos de una minoría aristocrática de políticos, en su mayoría
analfabetos funcionales.
Vivirán ellos
y sus descendientes de ese latrocinio, mientras que la población indefensa y
sujeta a la estupidez y mansedumbre que les ha impuesto esa aristocracia, sufren
y sufrirán durante generaciones semejante atropello.
¿No te das cuenta ciudadano, que ese es un delito
irreversible y ejecutado con plena impunidad y utilizando una autoridad que se
les ha dado para proteger, no para expoliar?
Y para más ignominia, se jubilan con pensiones
millonarias y prestaciones en especies, que son un esputo en la cara del
ciudadano honrado.
¿Eres manso porque temes perder lo que tienes?
¿No te das cuenta de que te lo van a quitar de todas
formas?
No has de luchar por ti, que sería una lucha egoísta que llevaría en ella misma una tara moral.
Has de luchar por las generaciones que te suceden y
por tus conciudadanos que no tienen fuerzas para hacerlo.
Ha de ser una lucha total sin límites, como no tiene
límites la codicia de esos fanáticos.
¿Cómo hacerlo, cuando el poder no está en tus manos?
No lo sé, pero si ha de ser, la historia te abrirá
el camino y entonces no debes dudar en seguirlo.
Si es preciso, de derrota en derrota, hasta la
derrota final.
Que las victorias, salvo contadas excepciones, son patrimonio de los malos.
A nosotros nos queda la dignidad, que es un plato
que ellos no saborearán nunca.
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