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Foto: Angélica Regidor. |
Querido
visitante.
Si
estás solo o enfermo o agobiado o aburrido, te ofrezco mi compañía, aunque sea sólo
la de medio naturalista.
Es
poco ofrecimiento pues no llega a la mitad de mi cuerpo la que está operativa,
pero la suficiente como para prepararte esta entrada de forma que te haga compañía,
aunque sea por un ratito.
La
imagen de entrada está obtenida esta mañana de Navidad (subo la entrada hoy, pero
la escribí entonces).
En
un cielo azul destacan dos blancos iguales que aparentemente no tienen nada en
común; el blanco de la Luna, testigo de la noche, que ya ha pasado y el blanco
de unos jirones algodonosos precarios, que no anuncian nada, sólo que están ahí.
Al pie,
el verde con pinceladas otoñales de unos pinos.
Sin embargo,
nosotros, como naturalistas, debemos encontrar puntos en común no tan evidentes.
Lo común
de todo lo que se ve, es que es materia y como materia, es perecedero a mayor o
menor plazo. La nube durará unos minutos, la Luna, unos milenios.
No
importa el tiempo, No sabemos lo que es el tiempo, como no sabemos lo que es la
materia a la que va asociado.
Quería
subir esta imagen tomada en la mañana de Navidad, el mismo día de Navidad.
Pero
no tuve tiempo por dos circunstancias.
La primera y principal porque esa mañana
estuve en una reunión familiar, que me impidió acercarme al ordenador.
La
segunda razón es que, a pesar de la aparente simplicidad del texto, me ha
costado hasta hoy prepararlo y revisarlo, pues quería decir mucho en poco,
culturizar algo y tener cómo motivo la Luna, pues me gustaba como aparecía en
la foto.
Vamos
a empezar a repasar a los protagonistas de la fotografía.
Primero
las nubes. Las nubes están fuera de contexto. Son Cumulus medio
deshechos, que no nos dicen nada, precisamente porque están fuera de contexto.
Pero
a Levante de esos girones había una nubosidad más compacta que presagiaba la
lluvia que cayó por la noche.
Segundo,
la Luna, tan discreta como bella.
La
atmósfera está muy limpia porque ya había llovido el día anterior y por eso hay
tanta luz y se ve la Luna tan brillante, al reflejar los rayos de luz que le
llegan del Sol.
Hay
humedad en el ambiente, que el calor dispersa. Pero al ponerse el Sol las
temperaturas caen, la humedad se condensa, el ambiente se satura y llueve. He comentado que esa noche llovió.
No
fue una lluvia muy intensa la de esta noche, pero se fue la luz. Es algo
común. Los políticos compran las instalaciones a precios de oro para obtener
mayores mordidas y los proveedores suministran productos de saldo. Es algo
generalizado.
Probablemente España es el país del mundo con más semáforos por kilómetro cuadrado. Es
otra forma de gastar presupuesto para cobrar comisiones.
Si te fijas lector,
verás la cantidad de semáforos injustificados que hay en las zonas más ricas de
España.
Estoy
chocheando. Me he ido por las ramas.
Nubes y semáforos. Voy ahora por la Luna.
Se nos
dice que hasta qué Colón fue a América, todo el mundo pensaba que la tierra era
plana. Eso es totalmente falso, seis siglos antes de Cristo, los griegos ya habían
demostrado lógicamente, que la Tierra es una esfera.
Y
dos siglos antes de Cristo, habían medido el tamaño de la Tierra con gran
exactitud,
Dos
siglos antes de Cristo, otro filósofo griego, Aristarco, midió el tamaño
de la Luna, midió la distancia de la Tierra a la Luna y midió como una
distancia de 10.000.000 de kilómetros entre la Tierra y el Sol.
Y
llegó a proponer que el Sol es el centro del movimiento de todos los planetas.
No
hubo que esperar hasta Copérnico, cómo se dice, para la gran revolución de Copérnico.
Lo que hizo Copérnico fue repetir lo que había dicho Aristarco diez y ocho
siglos antes.
Lo
que pasa es que ni Aristarco, ni Copérnico ni Galileo podían demostrar, que la
Tierra se mueve alrededor del Sol. (Manuel María Carreira S. J. Sacerdote y doctor
en Astrofísica. El origen del universo.
(YouTube 12 de diciembre de 2015).
Antes
de acabar, quiero volver a la reunión familiar.
Fuimos
menos de diez personas y si no comíamos teníamos la mascarilla puesta. La
habitación estuvo todo el tiempo ventilada.
Entre
los reunidos había personas de diversas etnias, todas caucásicas, de habla catalana y
castellanoparlantes.
No
necesitamos traductores, pues asombrosamente nos entendíamos perfectamente.
No
nos preguntamos sobre ideologías políticas o fe religiosa, aunque imagino que
todos sabríamos por donde iban los tiros.
Es decir,
qué fue una mañana de cuento, pues de haber sido una mañana según los medios de
comunicación, deberíamos haber estado a la gresca.
Siempre
he dicho que los políticos no deben ser marcianos, pero cada vez estoy más
convencido de qué efectivamente, lo son.
Porque los terráqueos normales sabemos
convivir perfectamente, aunque en la comunidad algunos seamos guapos y otros
sean feos.
Te
dejo, lector, sin comentar los árboles, no sea que, si estás mal, vayas a
ponerte peor.