He entrado en
modo supervivencia. Lo que se puede celebrar, o no. Por lo que a mí respecta, me
resulta indiferente en lo estrictamente personal. Pero debo seguir con esto
para su provecho.
Estos rollizos
cactus de origen sudamericano, están tan bien aclimatados, que nadie
diría que los fotografié en un parque botánico de la emergente Málaga, ciudad
de la Costa del Sol, a unos cien kilómetros del Estrecho de Gibraltar.
Málaga la fundaron los fenicios en el siglo VIII (octavo para las víctimas del sistema educativo socialista) a. C. con lo que es una de las ciudades más antigua de Europa.
Barcelona, ciudad a la que ha desbancado en la clasificación mediterránea,
se fundó, según la versión documentada más antigua, alrededor de siglo II a. C. Es
decir, que Málaga llevaba ya seiscientos años trapicheando en el Mediterráneo
cuando amaneció Barcelona.
Como todo este tipo de plantas, las hojas están adaptadas a la escasa humedad y a una función defensiva, formando agudas y duras púas. Los tejidos de la planta coadyuvan a su supervivencia con la capacidad de almacenar y retener cantidad suficiente de agua, para superar largos períodos de sequía.
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