La geología es la hermana pobre de las ciencias
naturales.
Le viene de viejo.
Me contaba A. A. una anécdota de dos geólogos
famosos, en la que uno le contestaba al otro, al hablar de los estudios de su
hijo, que no se le ocurriera que estudiara geología, porque pasaría hambre.
Por cierto A., añoro nuestras conversaciones sobre
arte y cultura y tus explicaciones a las mil preguntas que te hacía sobre
geología.
Puesto que lo que justificaba nuestras tertulias
ya no existe, podrías ponerte en contacto conmigo (no tengo forma de hacerlo
contigo), para encontrar un nuevo elemento en que basar nuestras discusiones.
Hablando de otro asunto, comentaré que mi modesta
experiencia con geólogos, es que ese oficio es muy difícil y está poco
valorado.
En este mismo blog, cuando pongo una entrada de geología, se queda desierto.
¿Me preguntarás; ¿entonces por qué las pones?
Porque creo que he de nadar contracorriente y no
sólo ofrecer temas comerciales.
Creo que he de colaborar, en mi modesta medida, en difundir
la cultura de la naturaleza.
La cultura de los tigres leones y orcas ya está
suficientemente difundida.
Pero la cultura de la calcedonia, de la sílice o el
granito, está en pañales.
Y hablando de calcedonia, debo animarte a que
busques en internet este mineral, para descubrir algunos intríngulis de la
geología y ver lo complicada que es.
Así como en zoología un gato es un gato, con mil
especies, pero un gato, en geología, una calcedonia puede no ser una calcedonia
y no te digo nada del manganeso del que te ha hablado ya en este blog.
La calcedonia que te traigo aquí la encontré en
Níjar hace treinta y tres años cuando todavía en Níjar se podían encontrar
minerales, fósiles y rocas maravillosas.
Pero la época del coleccionismo ya ha pasado y creo
que poco habrán dejado los que vivieron en el auge de ese tiempo.
Te traigo la foto de una bonita calcedonia mijareña.
Es traer poco, pero menos da una piedra.