Seta Coprinellus micaceus en alcorque de Robinia
pseudoacacia. (Barcelona). |
Hace años, me encontré estas setas en un alcorque.
Me resultaron muy simpáticas porque me parecían la
maqueta de las cúpulas de unos templos coptos.
Me fue fácil y sin ningún
mérito clasificarlas, porque su aspecto característico las delataba.
Aunque como no rompo nada, quizá la especie no sea
la que digo porque tenga alguna peculiaridad oculta distinta.
Pero no viene de aquí.
El alcorque era de una Robinia
pseudoacacia que todavía crece allí.
El asunto está en qué las setas que estaban, dejaron
de estar.
Un día pasé y no las vi.
Pero el año siguiente volvieron a aparecer.
Me alegró volverlas a ver.
Hasta que dejé de verlas.
Un día, al pasar junto al alcorque, vi que unos
obreros habían echado agua con cemento de un capazo y estaba toda la superficie
del alcorque, con una capita de cemento.
Me entristeció y pensé adiós, cúpulas coptas.
Pero no, al año siguiente, vi como la costrita de
cemento se levantaba por la fuerza de las setas que volvían a florecer.
Bueno, ya me entiendes, florecer no, simplemente que
volvían.
Otro año me acompañaron durante unos días y me
alegraron la vista.
Y aquí acaba la historia, porque a partir de ese
momento, ya no las he vuelto a ver.
Probablemente a alguien le llamaron la atención y
las arrancó.
Porque la vida es así; lo bello no tiene lugar.
Los comunistas queman iglesias.
Los yihadistas dinamitan budas.
Los capitalistas se comen el monte.
Los ignorantes arrancan las setas.
Y los descerebrados, mientras tanto, miran para otro
lado.
¿Hay solución?
Creo que a corto plazo no.
Sólo a largo plazo, cuando ya no queden iglesias, ni
budas, ni setas.
Cuando sólo quede un páramo, que será el paraíso de
comunistas, capitalistas, ignorantes y descerebrados.
Seta Coprinellus micaceus en alcorque de Robinia
pseudoacacia. (Barcelona). |
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