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miércoles, 9 de octubre de 2024

Bellota.

 

Bellota.
Bellota.
Bellota.

No me había entretenido hasta ahora en mirar detalladamente una bellota, pues lo común no se hace ver.

Pero al estar aburrido con esta bellota griega en las manos y sin otra cosa en que pensar, di en apreciar los curiosos arabescos que se dan en el fruto y en su casco.

La bellota ya estaba desmontada, pues de otra forma no lo habría apreciado, ya que no manipulo para desmontar lo que me encuentro ya montado en la naturaleza.

Priva el respeto sobre la curiosidad.

Te parecerá una tontería y podrás pensar que si todos actuaran como actúo, la ciencia no habría progresado.

Pero si te paras a meditar, verás que ha salido más ciencia de la casualidad que de las autopsias.

O si lo prefieres, primero han sido las casualidades y luego las autopsias.

Acabaré con una batallita.

El primer encontronazo que tuve en la facultad de biológicas con los sesudos profesores, fue que me negué a hacer la vivisección de una rana en las clases prácticas, cuando en las teóricas estábamos estudiando a los protozoos.

Luego vinieron más cosas igual de incongruentes, hasta que fueron tantas, que preferí ser autodidacta, para no acumular a mis errores sus estupideces.

Probablemente la situación haya cambiado con la llegada de nuevas generaciones.

Las nuevas generaciones no arreglan nada en la política, pero sí quizás lo hagan en la metodología de trabajo.




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