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lunes, 29 de enero de 2024

El hombre, un mal bicho. Racionalidad e instintos.

 


Creo que no hay discusión en reconocer, que el hombre es el único animal racional en la naturaleza.

Esto significa que además de los instintos, el hombre tiene la razón, que le da un margen de libertad.

El que el hombre es libre es un camelo muy difundido, que contrasta con la realidad de que el hombre está sujeto a mil restricciones físicas y psicológicas en su libertad.

Dejémoslo en que es libre a medias.

Pero lo que sí queda claro es que el hombre además de los instintos animales, regidos por la ley natural, posee una razón que le permite, si quiere, ir más allá de la ley natural.

Goya titula a uno de sus aguafuertes; el sueño de la razón produce monstruos.

Lo que a mi modo de ver, significa que el descontrol de la razón humana nos puede llevar a extremos monstruosos: El control de la razón es indispensable para la supervivencia humana.

Por eso el hombre, en todas sus facetas sociales, desde la prehistoria hasta la actualidad, ha tenido normas, tabús o religiones, cada uno en función de su nivel de civilización, con el objeto de controlar a la razón y con ello a los instintos.

El planteamiento modernista de que lo que la razón nos permite imaginar es licito y bueno, es completamente antinatural y lleva a la destrucción personal o colectiva.

La ley natural nos dice; no matarás más de lo que necesites para tu supervivencia.

Pero el hombre dice; yo tengo unas grandes necesidades de riqueza y de poder y eso me justifica que pueda matar para satisfacerlas.

Y declara guerras.

La ley natural nos dice; tendrás actividad sexual para la reproducción de la especie.

Pero el hombre dice; yo tengo una gran necesidad de placer.

Y se da a la sexualidad descontrolada y si es necesario aberrante.

Frente al instinto de la reproducción, hombre racional justifica con su racionalidad, el quitarse problemas de encima y aborta cuando le interesa.

La razón descontrolada destruye y pone en peligro la supervivencia de la especie.

Es por eso que el hombre necesita unas normas muy definidas para contener sus instintos.

Cuanto mejor tenga organizada su racionalidad, más fiable será el individuo.

Es consenso común en todas las civilizaciones, que la racionalidad bien aplicada controla las pasiones, haciendo el hombre menos peligroso.

Porque todo lo que tiene de peligroso la racionalidad tiene de beneficioso el control de los instintos.

La civilización occidental que tantos beneficios nos ha traído, ha sido fruto de hombres cabales que han dirigido a un buen término a los instintos, mediante la razón.

No hay personalidad de provecho en el mundo de la cultura o de la ciencia, que haya sido un hippie desmelenado.

Salvo Einstein, que era desmelenado, pero no era hippie.



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