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jueves, 2 de septiembre de 2021

Yo no soy ateo.

 

Imagen de la nebulosa Orión, en la que aparecen más de 3000 estrellas, tomada por la Cámara Avanzada para Estudios (ACS) a bordo del Telescopio espacial Hubble. Nasa. Enero de 2006.


De hecho creo que  hay muy pocas personas que lo sean. Más los que dicen que lo son.

Conocí a una muy  buena persona, que se declaraba firmemente atea, racionalmente atea. Esta persona tenía un record Guinness, que no especifico pues sería decir quien era, y no sé si quiero decirlo.

Esta persona murió de cáncer y dejo escrita una carta póstuma para que su hijo la hiciera llegar, a su muerte, a las personas más próximas, entre las que me honraba.

En esa carta se justificaba de porqué había pedido la asistencia espiritual de un sacerdote a su muerte.

No era preciso que me hubiera enviado esa carta. Yo le quería porque era buena persona y, aunque él no lo sabía, yo sabía que no era ateo.

No era ateo porque no era un necio. Y ya dice la Biblia, que quien contemplando la Naturaleza no cree en Dios, es un necio.

Se podrá dudar de si la Biblia está inspirada por Dios, pero nadie puede discutir de que es un libro sabio. Seamos precisos, la Biblia no es un libro, en un conjunto de libros, escritos por varios autores, a lo largo de miles de años. Sabiduría no le falta.

Según creyentes judíos, cristianos y musulmanes, estos libros fueron inspirados por Dios, en la parte que cada una de esas religiones acepta de la Biblia.

Cuando la Biblia llama necio al ateo, no es por razones teológicas, sino por razón del más elemental sentido común.

Nadie, en su sano juicio, puede creer que la Naturaleza haya nacido del azar.

Resulta además de necio, absurdo e incongruente, pensar que la Naturaleza se ha autocreado.

Es evidente para el bosquimano, el inuit, el holandés o para el moro Muza, que detrás de la Naturaleza hay una mente inteligente, que le ha dado forma y leyes naturales que la rigen.

Y  les es evidente, porque esos hombres, no son necios.

Es aceptado universalmente, que detrás de tanta complejidad y perfección hay una mente inteligente.

En algún lugar de este blog me he definido como cristiano.

¡Claro, te dirás, este tío (yo), está cegado por su fe y cree en su Dios.

Pues meas fuera del tiesto, listo, porque en absoluto entra el asunto de la fe en mi cristianismo. Es más, no tengo fe, como sí la tiene el ateo.

Porque hay que tener mucha fe y muchas tragaderas para creer que todo el aparato del Universo es fruto del azar o de la casualidad.

No tengo tanta fe como el ateo. Por no tener, no tengo ninguna.

Creo en Dios porque no soy necio ni mi subsistencia depende de decirme ateo.

Probablemente tendría más lectores si me declarara ateo, pero busco calidad, no cantidad.

He llegado a Dios porque no soy necio y cultivo mi sentido común.

Eso me da la autoestima suficiente como para pensar sin prejuicios y sin temor al qué dirán.

Soy un hombre libre y con juicio. Mi libertad y salud mental me han llevado a Dios.

Si piensas sin prejuicios, sin más recursos que tu pensamiento y la soledad, no me podrás discutir eso.

Quizás me puedas discutir mi cristianismo. En eso ¡Tienes razón! Ese es otro cantar.

Una cosa es creer en Dios y otra creer en un Dios en concreto.

Pero tampoco aquí me ha influido la fe, de la que, como te he comentado, carezco.

Al cristianismo me ha llevado el estudio y la reflexión de los datos fruto de ese estudio.

En dfinitiva, al Dios cristiano, me han llevado la Ciencia y el sentido común.

Buscando activamente durante toda una vida quién es ese Dios Creador, la búsqueda me ha llevado indefectiblemente a Jesús de Nazaret.

En ese largo proceso no he echado en falta la fe, pues hay tantísimos datos que apuntan a Él, que es engañarse, hacerse trampas en el solitario, renunciar a la evidencia, simplemente porque no la entiendes. ¡Hay tantas cosas triviales que uno no entiende!

En Dios no entiendo los conceptos de eternidad o de infinito, pero todo cuadra en el rompecabezas intuyendo simplemente lo que quieren significar.

Cuando hace cuarenta años empecé a estudiar a Jesús Hombre, todo estaba en su contra, (incluso se negaba su existencia histórica) y en contra de lo que se intuía de Jesús Dios en el Jesús Hombre.

A lo largo de estos ¡cuarenta años!, la Arqueología, la Historia, la Medicina, la Física…, la Ciencia en General, cuando se acerca a Jesús, ha ido corroborando que Jesús es el Mesías que profetizó Isaías, de forma tan clara, hace cerca de tres mil años.

Vivir en directo ese proceso, en el que todas las ramas de la Ciencia van corroborando, día a día, durante cuarenta años, lo que de Jesús dicen las Escrituras, es demasiado contundente como para ponerse a silbar mirando a otro lado.

Hasta tal punto es evidente que el Cristianismo es la única realidad respecto a Dios, que me da la risa cuando oigo discusiones sobre los milagros de Jesús, sobre la virginidad de María, sobre la autenticidad de la Iglesia Católica y sus cuarenta y cuatro dogmas o sobre la Resurrección. ¿Va a tener límites un poder infinito?

Creo que hasta podría ser católico.


Homo sapiens versus Homo necius.


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