El
otro día estuve en el Salón de la
inmersión de Cornellá (Barcelona). No ví el stand del C.R.I.S. Porque no
estaba. Me gustaba más cuando el buceo estaba representado en el Salón Náutico.
Había más y mejor ambiente.
Aquí,
en Cornellá la megafonía no dejaba mantener una conversación en un tono
normal. Parecía una feria de pueblo,
pero a lo bestia. En mi vida he puesto dos veces los pies en sendas discotecas
y no los he puesto tres porque no soporto el ruido infernal de una megafonía
estridente estéril. Pues con esta experiencia, ¡tres y no más! Perdí los seis
euros de mi acompañante, ¡menudo derroche! ¡Entiendo porque el C.R.I.S. no
tenía stand! Debía estar advertido del ambiente.
Para
colmo, en todo el perímetro de la feria encontré una sola plaza de aparcamiento
para disminuidos físicos. Habría más, pero no las vi, que es como si no las
hubiera.
¡Será
que los tullidos no buceamos? ¡En fin!, una feria de pueblo. ¿Quo vadis,
Cataluña?
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