Tres amigos. |
Amable
visitante.
Bueno
quizá no seas amable, pero la cortesía nunca huelga.
Hace demasiado tiempo que estoy tratando de flores.
Los motivos son dos; uno coyuntural, porque las circunstancias así lo determinaban y otro completamente subjetivo: El mundo está tan revuelto que una flor nunca viene mal.
Pero
me voy a reformar y pronto volveré a hablar de las feas y sucias rocas. No ahora
mismo, sino dentro de unos días.
La
entrada que tenía preparada para hoy, la componían dos hermosas flores del
Montardo de Arán, que habían enviado por un whatsapp de grupo.
Eran
flores bellas y curiosas que me parecían un buen colofón para esta etapa de
flores en el blog.
Pero
hete aquí, que cuando pido permiso al autor, para su reproducción. Me da
largas.
Tan
largas que he decidido no publicarlas.
Este
blog carece de publicidad y no me genera ningún ingreso y sí muchos quebraderos
de cabeza para preparar las entradas.
¿Por
qué lo hago? En algún sitio del blog ya he dicho que mi espíritu es de maestro, de
los maestros antiguos de pueblo.
Disfruto
transmitiendo lo poco que sé para ayudar a mi sociedad a que, dentro de mis
posibilidades, suba su nivel de cultura.
He
ocupado puestos destacados en el ámbito privado y público y nunca he dejado de
ejercer, en mis ocios, de "maestro de pueblo".
Por
eso he creado museos y un barco escuela que nunca me han reportado ningún
beneficio y sí se han llevado una buena parte de mis ingresos y de mi salud.
Nunca
me había encontrado con una situación así, de que me dieran la espalda, hasta hace unos meses, en que pedí al
Ayuntamiento de Barcelona de la alcaldesa Colau, que me cediera unas fotos para
una publicación del Museo Geológico del Seminario de Barcelona.
Tuve
la callada por respuesta.
Esta
vez no ha sido un ayuntamiento filocomunista quién me ha dado la espalda.
La
caridad que se realiza bajo la atención de la fuerza mediática, no es caridad,
es propaganda.
Me
parece mentira que un blog tan inofensivo y llano como este, despierte tantas
suspicacias y genere tan pocas simpatías en algunos ámbitos.
Y es
que la cultura siempre ha inspirado recelos a muchos.
Hay
quienes quieren que seamos unos burros.
Lo que no está mal para los burros, que son unos animalitos encantadores, especialmente Platero con su ignorancia.
Pero Ramón y Cajal con ignorancia no habría permitido importantes avances en la humanidad.
Lo que no
está mal para los burritos, no tiene por qué ser bueno para los bípedos
implumes.
Postdata a 2022.07.13.
Repasando el blog he visto que tenía esta entrada sin salida, es decir, que le faltaba un final, que en su momento escribí pero que se quedó en el tintero por el desconcierto que me causó la historieta que te he narrado.
En su día, aprovechaba
la entrada para decirte que estaba hablando mucho de flores en el blog, Pero me
iba a reformar y que iba a volver a a
hablar de las feas y sucias rocas. No ahora mismo, sino dentro de unos días, me
decía.
Y en
el entretanto, te traigo unas flores del Montardo de Arán, tenía in mente decirte.
Son
las flores que no te traje por las circunstancias que te he contado, y luego
continuaba con una historia.
Les Muntanyes que vaig estimar Bartomeu Puiggros. |
En la portada del libro Les Muntanyes que vaig estimar, del inolvidable y querido Bartolomé Puiggros, aparezco sentado en el laguito por el que deambulé sin crampones (me señalado con una flecha amarilla).
Fue
una ascensión invernal que está parcialmente narrada por Puiggros en el libro.
Cometí el error imprudente de subir sin crampones ni piolet. Pero es que fue un repente. Quiero creer que la intención primera era quedarnos en el refugio, pero nos debíamos encontrar tan bien y hacía tan buen día qué decidimos ascender.
La voz cantante la llevaba Puiggros, alma de estas excursiones al Pirineo.
Fue
peor la bajada que la subida.
Una
gran imprudencia que todavía me desvela a veces.
Las flores eran eran el leitmotiv de este recuerdo del ascenso al Montardo de Aran.
Ahora sí, cumpliéndose las setenta y seis mil visitas, acabo esta entrada que empecé hace unos días y que tenía pendiente concluir.
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