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miércoles, 2 de diciembre de 2020

La palabra es plata y el silencio es oro (refrán español).

 

El pailebote Ciutat de Badalona, desde el Turó de Montgat, en un día revuelto.

Tormenta sobre el mar, frente al Maresme (Barcelona).


El refrán del título hace referencia a la importancia del silencio.

El hombre lo sabe de siempre. En el silencio de los monasterios, en Occidente y en Oriente, se ha forjado el pensamiento en que se han basado las civilizaciones.

 El ruido desconcierta y desorienta…

... Mientras que escribo esto un vecino chapuzas está machacando el hormigón de su casa haciendo un ruido ensordecedor con un taladro a percusión de la Señorita Pepis.

Lleva horas trabajando en lo que un profesional, con un taladro de verdad, haría en unos minutos. Este vecino australopitecus está haciendo que escribir esto sea una labor irritante en lugar de relajante. Eso es el ruido y lo que provoca.

 En la Naturaleza pasa lo mismo. La tormenta y el vendaval no paran la vida, pero son una sordina para conocer lo que ocurre en su seno. Por eso si quieres sacar provecho de una salida de campo, elige un buen día y ármate de paciencia.

 En la política, en la música, en los modos, en la convivencia... el ruido, los gritos y la violencia no provocan más que se aleje de nosotros el objetivo de disfrutar de la vida, como se esconden la ardilla o el cuclillo de un campamento de alegre muchachada.

 Hay una película, El gran silencio, rodada en un monasterio trapense de los Alpes, que es una lección de cual ha de ser la actitud del naturalista frente a la Naturaleza y a la vida en general. 

La lección empieza con los dieciséis años que tardaron los trapenses en responder a la solicitud del director para rodar  en el monasterio.

Paciencia y silencio, la mística del conocimiento. 



Dibujo del beato fray Rafael Arnáiz, monje trapense.


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