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El barco escuela CRIS I en el Puerto de
Barcelona. (1985). |
Apreciado amigo. Me
preguntas sobre el barco escuela CRIS I; qué es lo
que hacía con él, cuales eran sus ocupaciones.
La verdad es que mis actividades
con ese barco fueron muchas y muy variadas, aunque el epicentro de ellas fue
siempre la actividad social y la divulgación de la vida en el mar. En este blog te
planteo algunas de ellas.
A veces pienso que me absorbió tanto y durante tanto
tiempo que cambió mi vida totalmente, a bien a corto plazo, aunque me la
destruyó a largo plazo, que es lo que verdaderamente importa.
Las buenas obras
siempre traen su penitencia. No sé porqué, pero la vida me ha mostrado que es
así.
Lo sabía cuando opté por la docencia y por ayudar a los más débiles.
Sabía
que eso sería así, pero una cosa es saber y otra es sentir; podemos saber, pero
no somos del todo conscientes de nuestros actos hasta que profundizamos en
sentir.
Por eso voy a hablarte,
querido amigo, sobre un efecto colateral de las actividades del CRIS I, que hará olvidarme un poco del fracaso vital animado por
éxitos concretos, que dan sentido a la opción que elegí en su momento.
Repasando en mi cuaderno de
notas leo un par de comentarios que te transcribo y que se refieren a
salvamentos realizados por el barco escuela
CRIS I en sus singladuras. Copio las anotaciones con sus fechas y luego
comento algo sobre ellas:
“23
julio de 1981. Arenys de Mar. Salvamento de tres náufragos”:
Las circunstancias de este primer
salvamento las narro en el librito “Costas españolas: Arenys de Mar”,
libro aún inédito. Te remito a su lectura cuando aparezca, si llega a
ver la luz. Si en un plazo razonable no llega a verla, volveré a esta entrada,
que mientras tanto me servirá de referencia y recuerdo.
“1
al 15 de agosto de 1.981. Expedición Levante 81”. Canal de Ibiza. Salvamento de
seis náufragos”:
Navegaba en el barco escuela
CRIS I, desde las Islas Columbretes a Formentera (escala habitual
de mis travesías de Barcelona a Ibiza).
El día había amanecido espléndido, pero al poco (así es el Mediterráneo). estaba gris,
lloviznaba y soplaba un viento de levante blando pero molesto y suficiente como
para levantar la mar y cubrirla de borreguillos.
Teniendo al través Ibiza,
dimos con dos barcas a motor de unos cuatro o cinco metros, con tres parejas
maduras a bordo. Nos hicieron señales y nos acercamos a ellos. Las tres mujeres
estaban llorando.
Cuando estuvimos lo
suficientemente cerca, nos dijeron que habían salido de Denia con rumbo a
Ibiza.
De las respuestas a mis preguntas, resultó que no llevaban
instrumentación náutica alguna (entonces el “gps” estaba en sus
comienzos) y que estaban perdidos y justos de gasolina (un servidor llevaba más gasolina
para mis embarcaciones auxiliares que ellos para la travesía).
Me dijo uno de los hombres
que les habían comentado que al dejar de de ver la costa, ya verían Ibiza.
Y
con esas referencias habían salido.
Cretino el que les había
dado semejante información, y cretinos y suicidas ellos que la habían tragado sin
digerirla.
En ese paso a las Baleares desde la Península puede ocurrir que al dejar de ver el Cabo de la Nao se vea ya Ibiza. Pero eso
si el día es muy despejado (sin viento y con mar llana) y si se navega sobre la
cubierta de en un velero a un par de metros sobre el mar.
Pero en una barca a
ras de agua, con mar movida, día gris y viento que levanta un aerosol de agua
sobre la superficie, te puedes estar comiendo Ibiza sin verla.
Por otro lado, el consumo de
combustible en una motora es un misterio irresoluble que nadie puede conocer,
ni el fabricante del motor.
Depende del estado de la mar (dato visible), de la
intensidad y dirección de las corrientes (datos invisibles y difíciles de medir
desde una pequeña lancha), del peso que transporta,… En fin, que es bueno
llevar, como mínimo, el doble de combustible del estimado teórico.
Dadas las circunstancias me
ofrecí a remolcarlos pero no quisieron, imagino que por temor a que les pidiera
la compensación económica legal prescrita para esos casos (cosa que nunca he
hecho pero que aquellos burgueses machuchos ni se lo podían imaginar).
Creo recordar que les di un
bidón de gasolina, les señalé el rumbo que debían seguir y me ofrecí a que
mantuvieran contacto por radio hasta que vieran Ibiza. No llamaron. Debieron
encontrar Ibiza.
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Esta imagen no tiene que ver con las lanchas del relato, de las que no guardo más que el recuerdo. Al fondo el Macizo del Garraf. |
(Continuará...).
…(Continuación).
Viernes
29 de mayo de 2020.
En el año 1984. En el transcurso de la que llamé Expedición Mallorca
84, navegando por la costa de poniente de Mallorca, tuve ocasión de
asistir al yate nombrado Venus, de bandera alemana, con un número
indeterminado de tripulantes.
Se trataba de un velero al pairo, con la máquina
averiada, al que la corriente llevaba hacia los acantilados.
Al haber un fondo grande e inadecuado, imagino que no
podían fondear y al no soplar la más leve brisa sus velas no eran operativas.
Ni aún con brisa lo hubieran sido al estar tan cerca de un gran acantilado.
En su lugar, hubiera botado el auxiliar para separarme del acantilado buscando
ganar tiempo o un fondo adecuado.
Pero ellos se limitaron a pedir auxilio por radio.
Sin duda era más cómodo pero también más incierto, pues el tiempo podía cambiar en
cualquier momento y la ayuda podía durar horas en llegar.
Lo procedente hubiera
sido pedir auxilio y probar mientras, a salir del apuro con los medios propio. Para su ventura me encontraba cerca y pude auxiliarles y sacarles del apuro.
En la revista Cuadernos
de Biología Marina (te he hablado de ella en este “blog",
publiqué sobre ello. Te remito a ella.
Puedes acceder a su lectura en la
Biblioteca del C.R.I.S.
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El barco escuela CRIS I remolcando al yate Venus. Al fondo la isla de Cabrera. |